Vuelve el FMI

Entre el canje, el club de París y el arreglo con el FMI se va cerrando el círculo de la política gubernamental en torno de la deuda externa pública y la finalización de la cesación de pagos declarada a fines del 2001.
El objetivo apunta a reinsertar al país en el mercado internacional de préstamos. Un interrogante es si la Argentina necesita hoy del financiamiento externo. Es una pregunta pertinente que surge de pensar las consecuencias históricas del endeudamiento, aún con tasas internacionales tan bajas, similares a las que generaron el gran endeudamiento de los años 70´ y que derivara en el problema del endeudamiento que condicionó a cada turno constitucional desde 1983, incluido el presente periodo gestionado por Cristina Fernández.
Existen importantes reservas internacionales y saldos favorables en el comercio internacional y las cuentas fiscales. El horizonte es de crecimiento económico para el presente y próximo año, pero aún así, los inversores internacionales condicionan el ingreso de sus capitales al país, si se normaliza la situación con el sistema financiero internacional. Así, regularizar los pagos, no es solo una demanda de los acreedores, sino también de los capitales excedentarios que buscan rentabilidad rápida en un marco de continuidad de la crisis mundial con epicentro en el centro capitalista.
Por ello es que las novedades vienen en estas horas por la renovación de las relaciones con el Fondo Monetario Internacional. La motivación es el INDEC, o quizá, el abordaje sobre uno de los principales problemas económicos de nuestro tiempo en el país: la inflación.
Lo concreto es la contribución profesional del Fondo en la elaboración de un índice de precios, en el mismo momento que se difunde la crítica evaluación universitaria a la información estadística oficial. Una opinión ofrecida por la academia argentina sobre la consulta realizada por el Ministerio de Economía. Vale preguntarse por qué no se derivó en técnicos y profesionales locales, con aval en prestigiosas universidades públicas, la tarea que se le confía ahora al FMI. La respuesta puede encontrarse en la tríada articulada entre el canje de la deuda, las negociaciones con el Club de París y la reinserción del Fondo en el país.
Bien puede sostenerse que la esencia del problema se explica producto de una política coherente con la participación argentina en el G20 y que demanda resolver el default y normalizar el vínculo local con el mercado financiero mundial, donde el organismo internacional cumple un papel destacado, especialmente asignado para atender la crisis por parte de los presidentes del G20.
Se puede argumentar que el país cerró el ciclo económico de la crisis recesiva de 1998 a 2002, con un crecimiento desde el 2003, que se ratifica en el presente año y convalidado conceptualmente, nada menos que por Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía del 2008, que ante empresarios locales elogió la situación de la economía nacional. La asignatura pendiente, se entiende, es que esa evaluación sea realizada por el sistema mundial, en momentos de recrudecimiento de una crisis global que no termina de esfumarse, y al contrario, reaparece en diferentes territorios, ahora Irlanda.
La idea de la “normalización” del orden capitalista fue un propósito explícito del mensaje presidencial inaugural en la era Kirchner en mayo del 2003, razón por lo cual se sostenía que no se trataba de un gobierno del default, que la búsqueda apuntaba a reinsertar al país en la economía mundial y que para ello había que superar la situación de cesación de pagos. Lo curioso es que el conflicto con el FMI se explicita en el mismo momento que empieza a perfilarse una disparada de los precios.
En efecto, el pago anticipado al Fondo por 9.500 millones de dólares ocurre inmediatamente luego del canje de deuda del 2005 y el reemplazo de Roberto Lavagna en el Ministerio de Economía para abordar la nueva etapa que empezaba a mostrar el rebrote inflacionario. Allí se inició una política de acuerdos de precios con empresarios, con el objeto de controlar y frenar las subas y que a tiempo vista se muestra limitada. Debe sumarse al análisis la creciente normalización de negociaciones salariales, como parte de una puja social en la  distribución del ingreso. Claro que afuera de esos acuerdos queda el sector informal o no regularizado que expresan los tercerizados y flexibilizados en el mercado laboral.
Ahora se intenta nuevamente remedar un pacto social, entre trabajadores y empresarios mediados por el poder ejecutivo. Para los empresarios el problema pasa por las demandas de aumento salarial y para los trabajadores el tema central es la carestía de la reproducción de la vida cotidiana.
Por eso, más allá de la cuestión técnica que supone la presencia del FMI en la elaboración de un nuevo índice de medición inflacionaria, lo determinante es el crecimiento de los precios, especialmente de la canasta alimentaria, conjunto de bienes que afectan a los sectores de menores ingresos, entre ellos, los beneficiarios de las principales políticas sociales compensatorias, como la asignación universal.
En la estrategia gubernamental se reconoce la necesidad de asociar la normalización de relaciones con el FMI a las asignaturas pendientes que suponen la deuda y la inflación.

Empezó la negociación con el Club de París

La novedad de la semana es el anuncio realizado por la Presidente Cristina Fernández de que el país retomó las negociaciones para cancelar la deuda en cesación de pagos con el Club de París. Se trata de un stock de 6.600 millones de dólares, que adicionando intereses puede llegar a 7.500 millones de la moneda estadounidense. Los integrantes del Club son los países capitalistas desarrollados, socios de la Argentina en el G20 y principales accionistas del FMI.

En la información presidencial se destaca que el Club de París admitió por escrito que se soslayará el papel del FMI en el monitoreo previo de las cuentas nacionales, y que el arreglo producto de negociaciones se hará en forma directa con el seguimiento de la contabilidad nacional por parte del G20 en forma directa, sin la intermediación del Fondo. Esto que es difundido como un logro de las autoridades debe mediatizarse a la luz de que el G20 está integrado por los principales responsables de la administración del Fondo y que a su vez, la más importante medida asumida por el cónclave de los 20 jefes de Estado ha sido fortalecer el papel del organismo internacional, que se muestra en plena actividad de promotor del ajuste en Europa. Sin embargo, debe destacarse que se trata de un antecedente que no debe haber caído bien en la burocracia del FMI, interesado en retomar su lugar de auditor implacable para el ajuste en la Argentina.

Poco sabemos a esta altura sobre las condiciones de regularización de esa deuda, aunque podemos reiterar algo que hemos sostenido en ocasiones anteriores y que remite nuevamente a la pérdida de otra oportunidad para investigar la deuda pública. Afirmamos lo dicho, por ser la deuda con el Club de París la que resulta pasible de una detallada “auditoría”, puesto que se trata de préstamos otorgados por países, entre los que se destacan aquellos originados en tiempos de la dictadura y por lo tanto, pueden ser calificados de “deuda odiosa”, la misma calificación que otorgó EEUU a la deuda pública de Irak al momento de la invasión en 2003. Para Washington, la deuda asumida bajo la gestión de Sadam Hussein era una deuda ilegítima, por lo tanto odiosa, y así la declaró para desconocerla.

La deuda asumida por la dictadura genocida puede ser considerada “odiosa” y una vez más se aleja la posibilidad de investigar y denunciar ese tipo de endeudamiento. En el mismo sentido, aunque ya bajo gobiernos constitucionales, parte de la deuda con el Club de París, incluye préstamos otorgados a la administración De la Rúa en tiempos del blindaje financiero, cuando a fines del 2000 se colocó a disposición del gobierno argentino una considerable suma que contribuyó a facilitar la fuga de capitales, que solo durante el 2001 se manifestó en la pérdida de unos 20.000 millones de argendólares de los depósitos bancarios y una disminución de unos 12.000 millones de dólares de las reservas internacionales.

A lo que apunto es a señalar que si existe una deuda pasible de ser investigada, esa es la que se mantiene en cesación de pagos con el Club de París, lo que no quita una profunda investigación del conjunto de la deuda. La realidad es que las sucesivas negociaciones en la que han incurrido todos los turnos constitucionales desde 1983 dificultan cualquier investigación que se pretenda encarar sobre el carácter ilegal o ilegitimo de la deuda pública. Cada negociación convalida los títulos de los acreedores y limita cualquier estrategia de denuncia sobre la validez de una deuda que mantiene el carácter de gran condicionante de la política económica del presente y del futuro. La negociación significará un incremento en el mediano y corto plazo de los fondos fiscales destinados a la cancelación de esas acreencias, lo que contribuye a desplazar la cancelación de otras necesidades sociales en materia de alimentación, salud, educación, empleo, seguridad o cualquier destino orientado a resolver necesidades insatisfechas.

La no resolución en tiempo y forma del Presupuesto 2011 y la novedad de nuevos pagos que deberán adicionarse el próximo año a cancelación de deuda pública agudiza la disputa por la asignación presupuestaria.

¿Qué nos deja la cumbre del G20 en Corea?

Terminó la reunión del G20 en Seúl y tal como se esperaba, sin muchas precisiones con capacidad de incidir en la marcha de la economía mundial y sí, con incertidumbres sobre el futuro inmediato ante el desorden generado por la crisis mundial, que vuelve a ser amenazada por una sucesión de crisis nacionales que cambian periódicamente de escenarios, desde EEUU a Europa y viceversa. Ahora la novedad es Irlanda y en cualquier momento reaparecen en la escena de la crisis, España, Portugal o Italia, pero el resultado electoral negativo para los demócratas en EEUU puede deparar novedades de recidiva de la crisis en la primera economía del mundo.
 
La realidad es que el desorden está manifestado en la contradicción que surge de políticas nacionales aplicadas por los gobiernos para intentar erradicar los efectos de la crisis en su territorios y una crisis que tiene dimensiones sistémicas, integrales, que no admite paliativos parciales, locales, nacionales. En realidad, desafía a pensar en un nuevo orden económico y financiero mundial, que por lo resultados concretos de las deliberaciones del cónclave reunido en Corea del Sur, no da para expectativas esperanzadoras.
 
¿Países emergentes al poder mundial?

Algunos imaginan la emergencia de una nueva realidad del poder mundial por el surgimiento de nuevos actores económicos y políticos en la escena mundial, entre ellos los llamados, BRIC. Hay razones para
pensarlo, ya que China acredita un crecimiento acumulativo del orden del 10% por tres décadas y se posicionó como segunda potencia mundial, aún lejos del poder de EEUU, pero en expansión. La India también muestra un ritmo de crecimiento importante, aunque debe admitirse, en ambos casos, China e India muestran esos niveles de expansión económico beneficiadas por el arribo de inversiones externas,
principalmente de EEUU, con lo cual, más allá de los avances en el ranking económico de las naciones, lo que importa es un proceso creciente de transnacionalización de la economía mundial.
 
Lo que queremos decir es que más que el peso de las naciones en la generación de riquezas, lo que importa es la movilidad del capital superando los límites fronterizos para realizar sus objetivos de obtención de ganancias para ampliar la dinámica de la acumulación y valorización de capitales, con lo cual se resuelve la dominación en el capitalismo, sea económica, política o cultural. No se trata de un tema menor a la hora de considerar lo que ocurre en la Argentina, ya que más allá de la menguada credibilidad de los datos ofrecidos por el INDEC, lo cierto es que la extranjerización es creciente en la cúpula empresarial en el país. En un escenario de transnacionalización de la economía, lo que importa es observar lo que ocurre con la valorización de los capitales, mucho más que los datos macroeconómicos. La cuestión pasa por definir quienes son los dueños de la economía, quienes ocupan el lugar dominante en la estructura económica social de un país, por caso la Argentina. El país vuelve al crecimiento en el 2010, pero debemos interrogarnos sobre quienes se apropian de esa evolución, cuál es el destino del excedente que se genera en el capitalismo local, ya que una parte puede ser apropiado por el Estado y contribuir a financiar políticas sociales compensatorias, pero lo que define es la apropiación privada por parte del capital extranjero dominante en la estructura productiva y de servicios local.

La economía estadounidense o europea muestra señales de crisis, con un crecimiento muy importante de la desigualdad. En la región latinoamericana, según la CEPAL, los impactos macroeconómicos de la crisis mundial fueron menores que en los países capitalistas desarrollados, sin embargo, existe un incremento absoluto de la desigualdad. Lo que pretendemos señalar es que más allá de la crisis, lo que crece en el mundo es la desigualdad. Por eso, sin perjuicio de la pérdida de dinamismo de las potencias hegemónicas del capitalismo mundial, EEUU, Europa o Japón; y de la nueva potencialidad emergente de Brasil, Rusia, India o la China, los países llamados BRIC, lo que debe considerarse es la movilidad transnacional del capital para
asegurar y viabilizar el proceso de valorización del capital.
 
Importa la liberalización y la valorización transnacional

En la reunión del G20 parecen confirmarse estas modificaciones en las cuotas nacionales de poder mundial, donde lo esencial continúa siendo la dinámica de los capitales por asegurar la liberalización de la economía, el libre movimiento de los capitales según mande el mercado
mundial.
EEUU no pudo imponer regulaciones comerciales o monetarias para favorecer su situación y China aceptó vagos calendarios para adecuar su política nacional a las demandas de otros grandes actores de la economía mundial. ¿Es acaso un empate entre el viejo y el nuevo liderazgo? O mejor debe interpretarse como parte de una negociación política que permite avanzar en los objetivos liberalizadores propuestos por las transnacionales.
Es un tema a considerar en la Argentina, insistimos, cuando más allá de los datos positivos de la macroeconomía, lo que surge es la consolidación de la extranjerización de la estructura económica, en un
cuadro de desigualdad social y un modelo productivo que destruye nuestros recursos naturales, los bienes comunes del país.

EEUU ejerce su hegemonía antes de la reunión del G20


Mientras en el país sigue impactando la muerte del ex Presidente Néstor Kirchner, generando discusiones sobre el presente y el futuro de la economía, la realidad de la crisis mundial se impone y condiciona cualquier especificidad nacional.
¿Por qué señalo lo dicho? Es que EEUU, a una semana de la Cumbre de los Presidentes del G20 que se reunirá en pocos días en Seúl, Corea, decidió unilateralmente una gigantesca emisión de billetes por 600.000 millones de dólares. Con esa medida ha colocado en tensión al conjunto del sistema mundial, que ahora debe decidir cómo actuar ante la invasión de dólares que inundarán los mercados de capitales, reanudando quizá una oleada especulativa, o por lo menos, como ya se visibiliza, estimula el alza de los precios de las comodities, caso del oro, o la soja, dos productos de exportación de la Argentina.

EEUU actúa por su cuenta y sabe que si discute colectivamente pueden decidirse situaciones que superen la capacidad de acción del gobierno del debilitado Obama, perdidoso en las recientes elecciones de medio turno. Ante la duda, se prefirió la iniciativa unilateral, anticipada al cónclave de Seúl, demostrando que si bien la crisis de la economía es mundial, las políticas económicas son nacionales y en este sentido, EEUU ejerce la hegemonía que le otorga su carácter imperialista.

¿Qué lecciones pueden aprenderse sobre esta situación? No es la primera vez que esto ocurre, pues EEUU ya dio sobradas muestras de acción unilateral, p.e., cuando decidió romper la paridad cambiaria establecida en los acuerdos de Bretton Woods de 1944. Remito a la declaración de la inconvertibilidad del dólar en 1971 y que desató la
crisis y el desorden del sistema mundial que devino en ajuste y liberalización de la economía. La instalación de la especulación generalizada devino del accionar unilateral estadounidense, motivando iniciativas como la Tasa Tobin para intentar frenar el inusitado movimiento de divisas con fines especulativos que generó la ruptura del acuerdo monetario. Ahora se vuelve a hablar de guerra monetaria y con razón, ya que la primera batalla se lanzó con la emisión estadounidense. No en vano se vuelve a hablar de mecanismos de controles de capitales al estilo de las sugeridas por Tobin a comienzo
de los 70´.

Pero también EEUU actuó deliberadamente a fines de los 70´ con la iniciativa Volcker, el mismo personaje que es ahora clave en la política económica de Obama. En aquellos años fue funcional al neoliberalismo que instaló Reagan en EEUU. El tema significó una impresionante suba de las tasas de interés que desembocaron en la crisis de la deuda externa de nuestros países, con el default de México y una compleja situación de endeudamientos, negociaciones condicionadas vía presiones del FMI y los organismos internacionales. Son situaciones que explicarán las décadas perdidas de los 80´ y los
90´ para América Latina y el Caribe.

Son varias entonces las lecciones a aprender sobre el ejercicio de la hegemonía estadounidense y la unilateralidad en el establecimiento de políticas económicas, aunque en la coyuntura eso pueda favorecer la macroeconomía local. Es que la suba del oro y la soja, por lo pronto, estimula los negocios en nuestro país, sin que ello supongo en si mismo mejoría en la calidad de vida del conjunto de la población. Si mejora la perfomance de los inversores en la mega minería a cielo abierto, o de los que manejan el ciclo productivo sojero y claro, al mantener el modelo productivo, algo derrama sobre las cuentas fiscales, otorgando sensación de normalización y crecimiento de la
economía, favoreciendo la sensación de bienestar y que la crisis está lejana.

Un interrogante es que pueden hacer los países del sur del mundo en la cumbre del G20, más que legitimar la hegemonía de EEUU por restablecer el régimen del capital con mirada estadounidense. Es cierto que se puede protestar y es probable que existan discursos críticos a la unilateralidad estadounidense, pero la emisión de Washington ya incide en la evolución de la economía mundial, realimentando los negocios especulativos que anticipan nuevas rondas de crisis. Quizá sea el momento de además de discursos críticos, poner a rodar, también unilateralmente, claro que como región latinoamericana y caribeña una demorada NUEVA ARQUITECTURA FINANCIERA, donde el Banco del Sur y el Banco del ALBA tienen un papel, tanto como la experiencia de intercambios compensados que iniciaron Brasil y Argentina, o los que
ensayan desde comienzo de este año los países del ALBA con el SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), en tanto intento de avanzar vía intercambios compensados al establecimiento de una moneda regional.
Si la crisis es mundial y la política económica es nacional, bien podría nuestra región actuar como economía de escala y proponerse objetivos desconectados del epicentro de la crisis. Sería una forma emancipada de pensar, en un mundo que hoy recuerda la revolución socialista de octubre en Rusia, como el primer intento con posibilidades de construir una sociedad para la satisfacción de las necesidades sociales extendidas.

G20 en Seúl


El cónclave en Seúl será la primera reunión del G20 fuera de los países capitalistas desarrollados, el epicentro de la crisis. Los ministros ya dejaron preparado hace dos semanas el terreno de una propuesta de cambio institucional en el FMI a ser aprobada por los Jefes de Estado. Europa cederá dos bancas que serán transferidas a
países emergentes, un tema a concretarse a mediano plazo. Claro que EEUU seguirá manteniendo su capacidad de voto, pues continuará siendo el único socio con más del 15% de voto, lo suficiente para impedir cualquier acción que no cuente con su visto bueno. Algunos igual lo consideran un avance, aunque está muy lejos de
constituir la nueva arquitectura financiera que alguna vez se pensó desde la región latinoamericana, con el fin de utilizar soberanamente los cuantiosos fondos colocados en activos externos y que respaldan las reservas internacionales. Estas superan los 500.000 millones de dólares y habilitan a pensar en proyectos propios. Sin abandonar el
escenario de crisis de la economía mundial, los países hegemónicos pretenderán que esos fondos se consuman en el Norte.
Quizá se reinstale la presión de Obama para que China aprecie su moneda y contribuya a reducir el déficit fiscal estadounidense. La guerra de las monedas que le dicen, sin discutir a fondo la forma de generar riqueza que está detrás del dinero. El modelo productivo depredador no será puesto en discusión y se pondrán nuevamente en evidencia que cada país opina según sus necesidades, mientras la economía mundial potencia sus problemas estructurales.
La crisis y la respuesta liberalizadora seguirá siendo el tema dominante y el anfitrión anticipó las conclusiones que predominarán, enviando un mensaje a sus vecinos coreanos del norte para que abran su economía y se coloquen a tono con las políticas anti crisis del poder mundial. La otra cara de la cumbre estará en las calles en una semana de movilizaciones y protestas contra el cónclave autoerigido para la discusión de una crisis que se prolonga con terribles efectos sociales, más allá de previsibles convocatorias a enfrentar la pobreza y el desempleo.