Crecen los precios internacionales y se agrede la calidad de vida de los trabajadores y los pueblos

Continúa la movilización popular en el norte de África y eso genera novedades económicas y políticas a escala global y por lo tanto, inciden en la Argentina.


Entre las novedades económicas se destaca el alza de las materias primas, especialmente de los alimentos y del petróleo, acompañado en la coyuntura de una menor producción petrolera en Libia. Es una situación que se agrava con la advertencia del gobierno libio de cortar el suministro petrolero a Europa. Esta subida de precios incide en la inflación mundial y resulta con un incremento de la pobreza. Entre diciembre y enero se agiganta la magnitud de la pobreza con nuevos 44 millones de personas en todo el mundo, según el Banco Mundial. Los precios internacionales en alza presionan sobre la evolución inflacionaria en Argentina.

En el plano de las novedades políticas, la respuesta de los referentes de los principales países capitalistas a la situación de conflicto en los países árabes, especialmente en Libia, ha sido la amenaza de la intervención militar, que involucra a la OTAN. La militarización de la economía y la sociedad es creciente en el último tiempo, principalmente luego del 11S. Sin duda contribuye al incremento de los gastos públicos en seguridad y defensa deteriorando otras asignaciones, en primer lugar, del gasto público social. Más importante aún es la modificación de la estructura del poder mundial en asuntos tan sensibles como la administración de los recursos económicos estratégicos.

Como siempre, no puede escindirse la política de la economía o viceversa. El manejo de la alimentación, o la energía, especialmente del petróleo, es asunto estratégico para EEUU, Europa o Japón. Por eso se reitera la amenaza de la militarización ante la rebelión popular que se opera en el norte de África. El poder global y sus manifestaciones nacionales reprime los levantamientos para continuar con la dominación económica, política y cultural. Lo que hoy se manifiesta en el continente pobre es otra de las caras de la crisis de la economía mundial, de un capitalismo que en aras de sostenerse agrede de múltiples formas a los trabajadores y sectores sociales de menores ingresos.

La ofensiva del capital continúa

Es un dato que la crisis mundial continúa, ahora con nuevos actores del sur del mundo, sea África, China o Latinoamérica.

El epicentro de la crisis mundial continúa como dificultades económicas en el CENTRO desarrollado. El problema principal es EEUU, territorio en que también se sienten las manifestaciones de la agresión a los trabajadores y sectores empobrecidos. Poca atención se ha brindado en estas horas a las movilizaciones de los empleados públicos de varios estados del medio oeste estadounidense, especialmente en la ciudad de Madison, Wisconsin. Allí, unos 100.000 trabajadores manifestaron y ocuparon la sede de gobierno, con pancartas solidarias con las luchas en el norte de África, con las que se identificaron desde sus reivindicaciones, en lo que Noam Chomsky definió como “levantamientos democráticos”.

La demostración popular contó con la solidaridad universitaria y fue duramente reprimida. El motivo del levantamiento fue en respuesta a la iniciativa del gobernador republicano, con apoyo demócrata por eliminar las negociaciones colectivas de trabajo vigentes desde 1959. Ante la crisis, el estado provincial arremete contra el gasto salarial, en un país que ostenta el mayor déficit fiscal del mundo, superior a los 1,6 billones de dólares. En EEUU viene creciendo aceleradamente el déficit fiscal, principalmente sostenido en el gasto militar y de defensa, castigando el gasto social. Si en los 80´ la agresión reaganiana se concentró en el sector privado del sindicalismo, en la actualidad se opera una ofensiva sobre los estatales. La ofensiva del capital contra los trabajadores se operó primero en el sector privado, siendo emblemático el ataque a los “controladores aéreos” a comienzo del gobierno Reagan. Ahora es el turno de los estatales.

Existe conexión entre las demandas del Norte de África y las ocurridas en Wisconsin y su extensión a territorios cercanos, en Ohio, Illinois, o en Pensilvania, las que están asociadas a la agresión sobre las condiciones de vida de la población trabajadora, la de menores ingresos en un tiempo donde se agiganta la brecha entre ingresos de unos pocos y la mayoría de la población. La desigualdad creciente es señal de que en el norte también existe el sur. El fenómeno de la desigualdad es una tendencia global, verificada en esos territorios en conflicto y que también se presenta en nuestro país bajo la forma de demandas por ajustes salariales.

Es curioso como el eje del conflicto en EEUU son las negociaciones colectivas, ámbito que posibilita la discusión de las condiciones y medio ambiente de trabajo, un tema que está instalado en el presente y futuro cercano de la política económica en la Argentina. La principal preocupación local pasa por el monto de recuperación del salario, pero no solo, ya que un conjunto de temas asociados a la calidad de vida de los trabajadores están vinculados a sus condiciones de trabajo y de vida, entre ellos la salud y el riesgo laboral.

Resulta un dato estructural en la Argentina el deterioro sufrido por los trabajadores a costa de ganancias empresarias que se engordaron en un proceso de concentración y centralización de capitales, principalmente extranjeros que contribuyen a mantener una lógica de remisión de utilidades al exterior contribuyendo a deteriorar cualquier expectativa de mejoras fronteras adentro. No hablamos solo de la coyuntura del 2011, sino de una situación que se arrastra por décadas y ha debilitado la capacidad negociadora de los trabajadores.

Si en EEUU la sindicalización alcanza al 7% de su fuerza laboral, en Argentina apenas supera el 20%. Además, si desde Reagan en los años 80 se afectó al sector privado y ahora los estatales, en nuestro país también cambió el panorama, pues ya no pesan tanto los gremios industriales, sino los estatales y de servicios. Tiene que ver con fenómenos locales pero también globales. La importancia actual de las comodities, del aumento de las materias primas agrícolas, la revolución agrícola expresada en las cosechas récord revalorizan a las organizaciones de trabajadores vinculados a esos sectores, desde trabajadores agrícolas a camioneros.

El dato es el deterioro de la capacidad negociadora de los trabajadores, especialmente por la baja sindicalización existente, lo que lleva a nuevas formas de organización más allá del sindicato tradicional, siendo un elemento la articulación de las demandas de los trabajadores con otros sectores de la sociedad. En EEUU fue la universidad y su comunidad estudiantil y profesoral la que produjo la solidaria manifestación con los trabajadores en Wisconsin. En el norte de África, donde también existe movilización sindical, contrario a la imagen de una revolución desde los mensajes de textos, los mail o las redes sociales vía internet, allí son los trabajadores y los pueblos los que demandan.

¿Y entre nosotros que ocurre? Es un tema a pensar, especialmente cuando se anuncia una cosecha récord de 100 millones de toneladas, un plan de fortalecimiento industrial, en un marco de crecimiento económico a contramarcha de tendencias modestas de evolución de la economía mundial. Eso exige volver a preguntarnos por el modelo productivo en Argentina, donde el ejemplo es la expansión de la frontera sojera y el aumento de la producción de automotores. Debemos interrogarnos sobre el crecimiento en sí, sobre sus beneficiarios y la calidad de vida de la mayoría de la población. Es algo que ocurre en el Norte de África, en EEUU y crecientemente en todo el mundo, incluido entre nosotros.

El G20 en París: la crisis y los alimentos


Entre el 18 y 19 de febrero en París, bajo la presidencia francesa para el 2011, se realizó la reunión de ministros de Finanzas y titulares de los bancos centrales del G20, con eje en la reforma del sistema financiero internacional y la volatilidad de los precios internacionales de las comodities[1].
Allí discutieron los administradores gubernamentales del 85% de la riqueza mundial y el 66% de la población total.
El G20 discute la crisis de la economía mundial, que en la coyuntura se manifiesta con “la subida de los precios de las materias primas, el potencial sobrecalentamiento de las economías emergentes y los problemas de deuda soberana en los países avanzados”[2], para decirlo en el lenguaje del poder mundial.
Al poder le preocupa el efecto “rebeldía” producido en África con la suba de los alimentos y la emergencia de un bloque de países que pueda disputar la hegemonía capitalista, o limitarla, desde un ciclo de dos velocidades.
Por un lado, en el 2008, última alza importante en los precios internacionales de los alimentos se registraron movilizaciones y protestas en Egipto[3], las que fueron contenidas con la baja transitoria sucedida en el siguiente año, tiempo de la recesión mundial (claro que también con represión). Con el alza actual de los precios internacionales, especialmente del trigo, y el ajuste que pretendió el gobierno de Egipto, el resultado fue una gigantesca movilización que cambió el escenario político del país y la región. Ya no alcanzó la represión y muerte, habilitando un debate sobre el presente y el futuro más allá del país y la región.
Por otro lado, la recuperación económica desde el piso recesivo del 2009 se verifica durante el 2010, con claros problemas para expresarse del mismo modo en todas las regiones y países. Desde comienzo del 2010 se hizo evidente la continuidad y profundización de la crisis en Europa, evidenciando tiempos y ritmos disimiles de reactivación. Es un proceso diferente en el Norte y en el Sur. El consenso es que la mayoría de las economías avanzadas está experimentando un crecimiento modesto, con alto desempleo, mientras que las “economías emergentes” están experimentando un crecimiento más robusto y algunas de ellas “signos de recalentamiento". El director general del FMI, Dominique Strauss-Khan, presente en la reunión, ha subrayado que “una reactivación mundial a dos velocidades está ya en curso”[4], refiriéndose así al desequilibrio entre países ricos y países emergentes que se pretende corregir en esta cumbre.
El G20 alude a riesgos por "las tensiones en los mercados de deuda soberana de las economías avanzadas". En efecto, la deuda externa pública de EEUU alcanza a 3,5 billones de dólares[5], que se extiende a más de 13 billones sumando la pública y la privada, constituyéndose en el 100% del PBI estadounidense[6]. Si se añade la deuda de los países europeos y Japón nos encontramos con un cuadro de compromiso importante con riesgo de profundizar la crisis en curso.
En el cónclave de ministros hubo preocupaciones por las presiones inflacionarias asociadas al crecimiento de algunos países, por los fuertes flujos de capital en dirección de algunos “emergentes” que pueden generar "burbujas". Sin duda remite a China, a quien se presiona para que aprecie su moneda, exporte menos y se comprometa con compras al capitalismo desarrollado para ayudarlos a superar el lento crecimiento luego de la recesión del 2009. La preocupación por la inflación está asociada al crecimiento de los precios de los alimentos y el impacto entre los más pobres y su conflictividad.
Otra de las motivaciones de los organizadores apuntó a fijar una regulación financiera que proteja al sistema económico en su conjunto, para lo cual propusieron un fortalecimiento del papel del FMI como entidad rectora del sistema mundial. No alcanza con la verificación de corresponsabilidad del organismo en la crisis actual, sino que se reincide en afirmar su papel, poniendo de manifiesto el interés del poder mundial en la continuidad del proceso de liberalización de la economía.
Las propuestas tipo Tasa Tobin son tardías y apenas “parche” en la realidad de generalización especulativa vigente. Una cosa era su fundamentación al comienzo de los 70´ por su mentor (James Tobin) para “poner un grano de arena a los engranajes financieros” que anticipaban la especulación que llevará a las burbujas posteriores, sus explosiones, y la crisis actual. Otra también es el momento de re significación de la propuesta por la red ATTAC en todo el mundo a fines de los 90´, que actuó como propuesta educativa sobre lo que se podía y debía hacer. Ahora, no alcanza con un impuesto, y la necesidad apunta a desarmar la institucionalidad de la especulación asociada a paraísos fiscales y ganancias sustentadas en la superexplotación de la fuerza de trabajo y la destrucción de la naturaleza.
La continuidad de la crisis
La presidencia de la reunión, para afrontar la crisis que sufren directamente los países más desarrollados del capitalismo, pretendía definir indicadores para el crecimiento, e incidir en la reforma del sistema monetario internacional y en la regulación financiera a favor de la liberalización que demanda el capital más concentrado. Ese fue el marco para analizar la volatilidad de los precios y la propuesta para regular los derivados sobre materias primas.
El objetivo del G20 sigue siendo la crisis de la economía mundial, en una semana donde el Banco Central de Portugal anunció la recaída en recesión de ese país, y cuando el Banco Mundial ratifica el menor crecimiento de la economía mundial[7]. No hay recesión, pero si desaceleración[8]. Por ello las preocupaciones siguen concentradas en “nivelar los desequilibrios comerciales globales”, llamar la atención sobre “las elevadas deudas de los países capitalistas desarrollados”, y el “auge de los precios de los productos agrícolas”.
Lo que los países capitalistas desarrollados pretenden es salir de la crisis de desaceleración de sus economías vendiendo más y comprando menos, superar el déficit comercial y disminuir el superávit comercial de países como China, Brasil u otros emergentes. Buscan definir “indicadores económicos para medir los desequilibrios mundiales”. Pretenden que los países no acumulen reservas y que gasten la que tienen acumulada, unos 52.000 millones de dólares para el caso argentino, y más de 500.000 millones de dólares para la región latinoamericana. Ni que hablar de los 3 billones de dólares que mantiene China como reservas internacionales.
El objetivo de la reunión era nivelar los desequilibrios comerciales globales y el auge de los precios de los productos agrícolas. Desde las autoridades francesas se buscó definir “indicadores económicos para medir los desequilibrios mundiales”, impedido por reticencias de los países “emergentes”, con China a la cabeza. Se proponían cuatro criterios: dos para medir los desequilibrios internos de un país (déficit y deuda públicos de un lado, ahorro privado del otro) y dos para los desequilibrios externos (saldo de la balanza de cuenta corriente o de la balanza comercial, y reservas cambiarias y tipos de cambio reales). China rechaza subordinarse a esa estrategia, sustentado en el poder de sus exportaciones y capacidad productiva, habiéndose colocado como el segundo PBI mundial, superando a Japón y a Alemania, relegados al tercer y cuarto lugar entre los países de mayor creación de riquezas. La solución de compromiso de avanzar con indicadores de referencia sin capacidad disciplinadora da cuenta de la vulnerabilidad del sistema mundial y la incapacidad de la hegemonía mundial en el G20 para “ordenar” el capitalismo en crisis.
Argentina y Brasil, entre los mayores productores y exportadores mundiales de alimentos, se oponen a cualquier propuesta de regular los precios de las materias primas. "Lo que nosotros vamos a defender es la posición de Argentina -que también es la que lleva Brasil- respecto a que no es una buena propuesta intentar que nuestros países no cobren los precios que los mercados dan por los bienes que producimos"[9], anticipó Amado Boudou, Ministro de Economía de la Argentina. En la misma nota se lee que si Francia piensa "que hay que aumentar la oferta de alimentos, no va a ser por este camino por el cual se va a lograr". Según la misma fuente, señaló que Argentina "viene haciendo un fuerte aporte, sobre todo en África, en lo que es transferencia tecnológica y para que lleguen las técnicas de producción de alimentos a otros países".
Agreguemos, que además de los temas de agenda del G20, uno de las motivaciones de Amado Boudou en París, pasa por avanzar en las negociaciones con el Club de París, una deuda externa de la Argentina que se mantiene impaga y que puede terminar acrecentando obligaciones a cubrir en el corto plazo con el presupuesto público por 7.500 a 9.000 millones de dólares. Vale mencionar que existe un espacio nacional conformado por legisladores, personalidades y movimientos sociales que demandan considerar a esa deuda como odiosa, por haber sido contraída mayoritariamente en tiempos de la dictadura.
Está claro que la presencia argentina en el debate del G20, del mismo que la de Brasil y otros países “emergentes” están asociados a la disputa por un lugar en la división social “capitalista” del trabajo. Hay que interrogarse si ello supone solución a las demandas sociales más extendida, por trabajo y salario, y más aún por un modelo productivo y de desarrollo de carácter alternativo al hegemónico actual.
Los franceses en la presidencia del G20 son los principales impulsores de regulaciones restrictivas al precio de las materias primas y al establecimiento de estrictos indicadores económicos, al tiempo que asignan primacía al fortalecimiento del FMI como ordenador del sistema financiero mundial. China, Brasil o Argentina defienden su posición de países superavitarios del comercio mundial, con importantes reservas. Es más, contrario a esa orientación, Argentina desarrolla en la actualidad una política económica de restricción a las importaciones, exceptuando a las provenientes de Brasil y Uruguay, privilegiando las relaciones con los vecinos del Mercosur, pero intentando mantener mayores exportaciones que importaciones, más allá del necesario debate escamoteado sobre qué tipo de productos son los que determinan el comercio internacional de la Argentina, tanto importaciones como exportaciones. China se resiste a la revaluación de su moneda, el yuan, y es conocida la política brasileña de fuerte asistencia estatal en defensa de sus empresas industriales.
Pero no solo alimentos o cuestiones monetarias explican las contradicciones de estos países con los poderosos del mundo. China que ocupa un lugar estratégico en el manejo de los “minerales raros” no atiende las demandas contra su política económica. En un mensaje reciente de Fidel Castro a los intelectuales, dado en la Feria internacional del Libro de La Habana difundido el 15 de febrero del 2011 por la TV cubana y que puede verse en youtube, el Jefe de la revolución cubana destaca el vínculo estrecho entre el cambio climático y el precio de las materias primas[10].
Por su parte, Leonardo Boff nos desafía a pensar que “El futuro se juega entre quienes están comprometidos con la era tecnozoica con los riesgos que encierra y quienes, asumiendo la ecozoica, luchan para mantener los ritmos de la Tierra, producen y consumen dentro de sus límites y ponen su interés principal en perpetuarse y en el bienestar humano y de la comunidad terrestre”[11].
En una carta a la presidenta argentina se reflexiona sobre el país “devastado” y de la responsabilidad de “nuestros gobernantes desde hace décadas, desde los milicos y antes de los milicos y después de los milicos, que es lo grave.” Tanto como  el hecho de “congelar nuevamente la Ley de Glaciares, para muchos de nosotros es inexplicable ese entusiasmo por la minería a cielo abierto, que es la próxima catástrofe de la Argentina.” Concluye destacando que “El territorio argentino está siendo arrasado, Señora. Lo recorro año a año; veo el deterioro. Cambia nuestra geografía, peligran las aguas, los bosques, ahora las montañas. La minería a cielo abierto es un crimen y en muchos países está prohibida. Igual que la soja transgénica.”[12]
Las transnacionales van detrás de los recursos naturales y los bienes comunes, la tierra, el agua, y cuentan con la solidaridad de sus Estados de origen para sus demandas, y por eso buscan restricciones al precio de las materias primas. La sola mención de tratamiento del tema indujo una baja en las cotizaciones de la soja, del trigo y el maíz, entre otros productos agrícolas. Ni Argentina ni Brasil están dispuestos a resignar el precio de mercado de los bienes que producen. Es un debate que coloca en el centro de la discusión la crisis alimentaria, que de un lado tiene el aumento de la producción de alimentos y del otro el mantenimiento y agravamiento del hambre de millones de personas.
La crisis alimentaria
La explicación debe encontrarse en el modo de producción actual, donde las transnacionales de la alimentación y la biogenética se encuentran al mando de un ciclo productivo global que subordina el conjunto de la producción mundial, favoreciendo cierto consumo, despoblando el campo, y condenando al hambre a millones de personas. Basta pensar en la extensión sojera en nuestro país y en los países del Mercosur para verificar la hipótesis.
Los movimientos sociales agrarios articulados en la red mundial “vía campesina”[13] demandan un nuevo modelo productivo agrícola sustentado en la agricultura familiar para que las comunidades aseguren su sustento y solo exporten el excedente.
Nuestros países están entre mantener el modelo definido por las transnacionales y las nuevas presiones del capitalismo desarrollado motorizadas desde el G20, o definir otro rumbo productivo, lo que supone otro modelo de desarrollo para otro país y para otro mundo, consigna que define sintéticamente el programa del Foro Social Mundial.
Siguiendo el razonamiento de “vía campesina”[14], la explicación de la contradicción entre el aumento de la producción agraria y el hambre, está en el control “oligopólico que unas pocas empresas tienen del comercio agrícola mundial, de los principales productos, como: soya, maíz, arroz, trigo, leche y carnes; pues ellas imponen un precio, independientemente del costo real de producción”. A ello adicionan el impacto de la “especulación” con la compra de títulos, por ejemplo, sobre “las próximas siete cosechas de soya del mundo” y la inversión de bancos “en mercancías agrícolas, para protegerse de la crisis general”. Agregan que “La producción agrícola de agrocombustibles”, sustentados en precios del petróleo en alza, “termina empujando la tasa medía de ganancia en la agricultura”. 
La combinación del monopolio de las transnacionales de la alimentación y la biogenética, con la especulación y la utilización de alimentos para la producción de energía y consumo de animales, eleva el costo de la producción remanente para consumo humano. El modelo de consumo derivado del modo de producir agricultura y ganadería en este comienzo del Siglo XXI está contribuyendo a sustentar una revolución agrícola al tiempo que incrementa la insatisfacción proteica de millones de personas en el mundo agravado el cuadro de desigualdad que hoy reconocen todos los estudios sobre el tema.
Convengamos que la institucionalidad global (OMC y otros) y las legislaciones nacionales se han ido adecuando para favorecer este modelo productivo. No puede pensarse en la extensión de la capacidad de producción y exportación de soja en Argentina[15], por ejemplo, al margen de las reformas neoliberales de los 80´ y los 90´, especialmente con la autorización para la producción transgénica en la segunda mitad de la década pasada. La pelea por las patentes en el plano internacional explica el interés de la dominación transnacional en la innovación a todo nivel. Existe una dialéctica virtuosa entre los cambios jurídicos impulsados por las políticas hegemónicas de cuño neoliberal de los 90´, aplicadas en los países del cono sur de América, con la expansión de la frontera agrícola del ciclo de la soja. Es al mismo tiempo una dialéctica viciosa que afecta otros desarrollos productivos, como los de la carne, induciendo el modelo de los feedlot (engorde intensivo), la exportación vinculada al ascenso de los precios de los mejore cortes, con los consiguientes encarecimientos de los precios y restricciones al consumo de carne de sectores de menores recursos.
La consecuencia de este proceso según Bruneto y Stedile es que “En las últimas dos décadas con el proceso de internacionalización del capital y de las empresas capitalistas, los precios de los alimentos se internacionalizaron. Esto determina que los parámetros de producción y de los precios no son más el costo real de producción de alimentos en cada país, sino que se establece un precio medio mundial, controlado por las empresas, que excluye completamente otras formas de producción, locales, campesinas, etc.” Concluyen señalando que “la lucha por la soberanía alimentaria que los movimientos de la Vía Campesina en todo el mundo adoptaron como prioridad es más que correcta, es necesaria y urgente”[16].

Necesidad de cambios estructurales
El problema es que no puede escindirse la crisis contemporánea de la integralidad de funcionamiento del sistema capitalista, y que las medidas que discute o anuncia el poder mundial, expresado por el G20 son funcionales a mantener y desarrollar el capitalismo en esta época.
El capitalismo empuja la liberalización y el crecimiento económico a costa de la sociedad, especialmente de sus trabajadores, y por eso se mantiene elevado el desempleo. No es efecto no querido, sino consecuencia directa de la forma que asume la explotación en nuestro tiempo. Ello supone la disminución absoluta y relativa del ingreso de los trabajadores promoviendo una mayor desigualdad. Algo que se pone de manifiesto con el avance del consumo suntuario favorecido por una gigantesca intervención de los Estados nacionales para promover el salvataje de empresas en crisis entre 2008 y 2010. Pero no solo a costa de la sociedad, sino también de la naturaleza, expresado entre otras cuestiones en el efecto invernadero por la emanación recurrente de gases tóxicos derivados del modo concreto de producción.
El fracaso del G20, no solo en este encuentro de París, sino en todas sus cumbres anteriores es reflejo de la imposibilidad de resolver la crisis alimentaria, energética, ambiental, financiera y económica, sin resolver integralmente la cuestión, lo que impone una crítica profunda al orden capitalista y a la necesidad de pensar en otro orden social para satisfacer las necesidades de la población mundial.



[1] “Bienvenidos a la presidencia francesa del G20” Consultado el 19 de febrero de 2011 en: http://www.g20.org/index.aspx

[2] El G20 ve el precio de materias primas y la deuda como lo mayores riesgos”. Miércoles, 16 de Febrero de 2011. Consultado el 19 de febrero de 2011 en Latindadd, Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos: http://www.latindadd.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1371:el-g20-ve-el-precio-de-materias-primas-y-la-deuda-como-lo-mayores-riesgos&catid=38:noticias&Itemid=114


[3] Héctor Huergo. “La nueva arremetida de los precios”, Clarín, suplemento rural del sábado 19 de febrero de 2011, página 3. El autor sostiene que “Hay un denominador común en la crisis política que agita a los países del norte de África y Medio Oriente. Es el alto precio de los alimentos, en especial del trigo. Ya había habido agitación social en Egipto en el 2008, cuando se dispararon los precios de los granos.”

[4] “Primera reunión del G20 en París bajo presidencia francesa”. En rfi, publicado el viernes 18 de febrero de 2011 y consultado el 19 de febrero de 2011, en: http://www.espanol.rfi.fr/economia/20110218-primera-reunion-del-g20-en-paris-bajo-presidencia-francesa

[5] Eric Toussaint. “Crisis Global. Del Norte al Sur del planeta: la deuda en todos sus estados”. Versión provista por el autor de la conferencia dictada en Ecuador, en la sede del Banco Central, el 27 de enero del 2011.

[6] http://www.bea.gov/
[7] El Banco Mundial prevé una desaceleración del PIB mundial en 2011. Alerta de la amenaza para el crecimiento de los problemas del sector financiero en algunos países de ingreso alto”. En Finanzas.com del 13 de enero del 2011, consultado el 19 de febrero del 2011 en: http://www.finanzas.com/noticias/economia/2011-01-13/411362_banco-mundial-preve-desaceleracion-mundial.html
[8] Ib. La previsión para el 2011 es 3,3% del PBI mundial contra un 3,9% del 2010. “…el organismo estima un mayor crecimiento de los países en desarrollo -al 7% en 2010, 6% en 2011 y 6,1% en 2012-, superando así a los países de ingreso alto, que se proyecta llegarán a niveles del 2,8% en 2010, 2,4% en 2011 y 2,7% en 2012. Así, el Banco Mundial considera que la economía mundial se desplaza desde una fase de repunte posterior a la crisis hacia un crecimiento lento…”

[9] Argentina se opondrá en el G-20 a regular los precios de las materias primas. Diario Clarín, Suplemento económico IEco del 17 de febrero de 2011, consultado el 19 de febrero de 2011 en: http://www.ieco.clarin.com/economia/Argentina-G-20-regular-precios-materias_0_214500016.html


[11] Leonardo Boff. El difícil paso del tecnozoico al ecozoico. Difundido por el Servicio Informativo "Alai-amlatina" el 18 de febrero del 2011. Tecnozoico alude a un tiempo de utilización de la ciencia y la técnica para explotar recursos naturales en beneficio de unos pocos y ecozoico, relativo a mantener la vitalidad y equilibrio de la tierra.


[12] Mempo Giardinelli. Sobre mentiras y naturaleza. Carta abierta a la presidenta. En Página 12, del 15 de febrero de 2011, consultado el 20 de febrero de 2011 en: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-162379-2011-02-15.html
[13] http://www.viacampesina.org/sp/

[14] Egidio Bruneto y Joao Pedro Stedile. Militantes del MST y de la Vía Campesina. Las causas del aumento de precios y de la crisis alimentaria en el mundo (Traducción Minga Informativa de Movimientos Sociales). En: http://www.movimientos.org/show_text.php3?key=18963

[15] Para 1993 la extensión sembrada de soja para las principales provincias productoras era de 5.300.000 has, ascendiendo a 10.200.000 has en 2001. Para el conjunto del país era de 14.500.000 en 2003-04 y 16.600 en 2007-08.  Fuente INDEC, consultado el 19 de febrero de 2011, en: http://www.indec.mecon.ar/ Se estima un total de 20 millones de has para la cosecha actual.
[16] Ib.

Opinión sobre Dakar y el FSM en la TV pública

Para ver el video, copia el enlace que sigue y lo colocan en la barra superior. Esperon que lo puedan ver, es una entrevista en Visión 7 internacional. Pueden buscarlo en you tube.

http://minilink.es/2a1

Opinión sobre Dakar y el FSM en la TV pública

http://minilink.es/2a1

África, movilización popular y Economía Política


Cayó el gobierno de Mubarak[1] en Egipto y terminó el Foro Social Mundial (FSM) en Dakar. En ambos acontecimientos el protagonista excluyente es el pueblo. Sea en El Cairo o en Dakar, la movilización popular hizo visible lo invisible a millones de personas: que África no es solo pobreza o dictaduras en los gobiernos. África es también conciencia de la miserabilización de la vida cotidiana y lucha para erradicarla[2].
La discusión económica para muchos analistas durante los 18 días de protesta en Egipto era el impacto en la suba de los precios del petróleo y otros productos que se comercian por la ruta que atraviesa el Canal de Suez. Es cierto que se trata del paso de las mercancías asiáticas hacia Europa y el Atlántico Norte, territorio del capitalismo desarrollado y epicentro de la crisis mundial. Lo que pretendo enfatizar, es que no ven lo principal para el análisis de las cuestiones económicas: la movilización popular que decide en acto, en acontecimiento del accionar colectivo, modificaciones sustanciales en el orden social vigente: el capitalismo.
Movilizaciones populares y cambio político
Algunos comparan la rebelión egipcia con el 19 y 20 de diciembre del 2001 en Argentina[3]; con el 89 y la caída del muro de Berlín, y más aún con los acontecimientos rusos de 1917, para unos “febrero”[4] (Kerensky) y para otros “octubre”[5] (Lenin). Son todas comparaciones discutibles, pero con un elemento en común, que cada uno de esos acontecimientos modificó (cada uno en su punto, el devenir histórico, económico, social, político y cultural).
Resulta prematuro imaginar el sentido de los acontecimientos egipcios en el orden mundial contemporáneo, máxime con la continuidad y profundidad de la crisis mundial. Pero es evidente que no se trata de una revuelta o protesta más, entre muchas que se presentan recurrentemente.
La rebelión popular Argentina aconteció a meses de la ofensiva militarista lanzada por Bush luego de los atentados del 11S. El miedo atemorizó a movimientos y líderes de la protesta global. Todos podían caer en las redes del designio por pertenecer al “eje del mal”. ¿Quién podía animarse a la confrontación contra las manifestaciones del poder mundial? Las luchas en la Argentina fueron analizadas globalmente como de confrontación con el neoliberalismo y su principal ideólogo y ejecutor, el FMI. Ello dicho más allá de las motivaciones de la protesta en cacerolazos, asambleas, piquetes, o experiencias diversas de la movilización en la Argentina. La movilización argentina repercutió en el ámbito mundial y es parte constitutiva del nuevo tiempo que expresa en Latinoamérica la primera década del Siglo XXI, precisamente la década de la saga de reuniones del FSM.
Está claro el impacto global de los cambios ocurridos en el 89, y aún antes los de 1917. Estos dos casos adquieren significado en la contraposición entre capitalismo y socialismo.
Insistamos que no son comparables, solo en lo esencial, de ser acontecimientos que marcan o definen rumbos del acontecer local, regional o mundial.
¿Acaso la bipolaridad no remite a la revolución rusa y su expresión en el este de Europa a la salida de la segunda guerra mundial? ¿El orden unipolar contemporáneo no está asociado a la caída de la URSS? ¿Algo tiene que ver el 2001 argentino con la expectativa mundial generada por la región latinoamericana en el primer decenio del Siglo XXI? ¿Qué efecto tendrá sobre el orden social, en el corto, mediano y largo plazo, el acontecer de movilización popular en Egipto?
Egipto en el orden mundial
Egipto ya no volverá a ser lo que representó para el imperialismo estadounidense en la articulación de un orden que requería la asociación con Israel para resolver sus intereses, no solo en el medio oriente.
EEUU es el principal consumidor mundial de petróleo, exigiéndole ello asegurarse capacidad de provisión fluida de hidrocarburos. No es tanto el petróleo producido en el país de los faraones, sino el territorio del tránsito el que le preocupa.
La población no solo se movilizó contra la dictadura, sino también contra las condiciones de vida, contra la pobreza, la situación del empleo, el desempleo y la precariedad laboral.
Está claro que las clases dominantes en Egipto y del mundo intentarán burlar el sentido de la movilización. El objetivo será para ellos restablecer el “orden social”, tal como se propusieron las autoridades argentinas en la primera semana de enero del 2002, cuando todavía la población en calles y asambleas eran el dato de la realidad.[6]
En Dakar, los movimientos sociales reunidos en asamblea reconocieron públicamente el “aporte fundamental de África y de sus pueblos en la construcción de la civilización humana.”[7] Hasta ahora la novedad política mundial eran los procesos desarrollados en la región latinoamericana y su experiencia de cambio político. Las novedades se remozan en la actualidad con los movimientos en el norte de África.
Es importante analizar desde donde se posicionan quienes hablan y se pronuncian en la Declaración de la Asamblea de los Movimientos Sociales[8], donde señalan que se oponen a la “dominación del capital, que se oculta detrás de la promesa de progreso económico del capitalismo y de la aparente estabilidad política.” Es una reflexión profunda del cónclave en Dakar, que merece ser comentada de cara al acontecer egipcio.
El pueblo movilizado en Egipto continua alerta, más allá del logro obtenido con la renuncia de Mubarak, porque subsiste el temor a que les sea usurpado o escamoteado el poder logrado. No se trata de pensar en estabilizar políticamente el gobierno egipcio, bajo parámetros de la democracia occidental, como imaginan analistas del poder mundial, incluso el propio gobierno estadounidense, que hasta ayer saludaba la transición con Mubarak hasta las elecciones de septiembre, y ahora imagina una normalización capitalista para relanzar el “progreso”, que es la forma de aludir a la recuperación de un ciclo de negocios que afectó la protesta. Todo debe volver a la “normalidad”, del capitalismo, habría que agregar. Es el deseo del gobierno de EEUU y del poder económico mundial[9].
Desde Dakar se lee distinto, y el dato es la movilización contra el régimen del capital, el “progreso” asociado a la ganancia del capital transnacional, de la liberalización de la economía y la continuidad de la colonización y explotación de los pueblos.
El lugar de los sujetos en el orden económico
Se trata de una importante enseñanza relativa al orden económico, que no es solo una cuestión de mercados, o de precios, sino de voluntades colectivas conscientes sobre el orden en el que se pretende vivir.
Algo que debieran comprender los que analizan la realidad de nuestros países, sean comentaristas, autoridades, e incluso vanguardistas aspirantes a dirigir al movimiento popular. No se trata de decirle al pueblo lo que tiene que hacer, sino de hacer con el pueblo, construir el nuevo tiempo colectivamente, en una experiencia que se renueva constantemente, que lee nuevamente la emancipación social como trayecto de aprendizaje de anteriores procesos históricos.
La ofensiva del capital se construyó ante la crisis capitalista de los 70´ para frenar el poder mundial de los trabajadores y de los pueblos. En esa respuesta se inscribe el acceso al poder de Mubarak y el paulatino desarme del orden “nacional” egipcio. La colonización neoliberal se asocia a la apertura de la economía, a las inversiones externas y a la liberalización de la economía de Egipto. Es convergente con el proceso de auge de la restauración conservadora en América.[10]
Por eso queremos insistir en este escrito, que la novedad no es la emergencia de la derecha, o del acontecer político e ideológico de las clases dominantes[11]. La novedad es la emergencia de un movimiento popular que confronta con la institucionalidad neoliberal construida  a la salida de la crisis de los 70´, en el largo proceso regresivo y reaccionario de los 80´ y los 90´.
Que la novedad en esta primera década es la dinámica de resistencia, lucha, e intención de transformar la realidad que se vive en América Latina y el Caribe, y que ahora se potencia en el continente olvidado.
Esa es la razón que anima a la Asamblea de los Movimientos Sociales reunida en Dakar a finalizar su documento con un llamamiento para avanzar “hacia la unidad a nivel mundial para derrotar al sistema capitalista”, que recuerda el viejo lema de la Asociación Internacional de los Trabajadores: ¡Proletarios del mundo uníos!
Más allá del recuerdo que nos anima, la actual, es una convocatoria inspirada en la diversidad de procedencia, trayectoria y experiencia de los protagonistas, de los sujetos, pero con la convicción de que se requiere “construir agendas y luchas comunes contra el capitalismo, el patriarcado, el racismo y todo tipo de discriminación.”[12]
No alcanza la lucha contra el capitalismo. La propuesta es más amplia e integral.
Son los pueblos constituidos en sujetos conscientes los que definen el orden económico y social. No se trata de mercados o de relaciones entre cosas. La economía política trata de relaciones entre personas, de relaciones para la producción, la distribución, el cambio y el consumo.
¿Qué reflexión merecen estos acontecimientos para la Economía Política?
Cada vez más debe reconocerse el carácter mundial de la economía, del capitalismo, y que no pueden aislarse los fenómenos nacionales.
¿La crisis capitalista en curso es solo de los países más desarrollados?
¿Está nuestra región al margen de impactos de esa crisis?
¿El crecimiento económico de nuestros países, nos aísla de los efectos regresivos de las políticas anti crisis en el mundo capitalista desarrollado?
¿Deben nuestros países continuar abonando la institucionalidad del poder para pensar la superación de la crisis?
¿Porqué no inspirarse en los acontecimientos populares que demandan otro orden económico social, otro mundo posible?
En definitiva, ¿es posible otro mundo?
La rebelión africana, en Túnez o Egipto, como en toda esa región demanda otro mundo. Es una reivindicación convergente con todos los hambrientos del mundo, nada menos que más de 1.000 millones de personas, según la FAO.
La demanda es por soberanía alimentaria, lo que significa ir contra el orden agrícola de la biotecnología en manos de las transnacionales y retomar un rumbo de revolución agraria. Se trata de retomar y estimular la agricultura familiar y achicar, tendiendo a eliminar, los tramos de circulación de alimentos (mercancías). El objetivo apunta a modificar la orientación al mercado por los consumos necesarios para una elevada calidad de vida, el “buen vivir” según la antigua cultura andina que hoy recuperan los textos constitucionales de Bolivia y Ecuador.
Es también la lucha por la soberanía energética, reivindicando el derecho humano a la energía. Supone otro vínculo de los seres humanos con la naturaleza y los bienes comunes, no solo el petróleo, sino el agua y la tierra, la sustentabilidad de la vida en el planeta, para nuestra generación y las posteriores. No es solo tema de crecimiento. ¿Porqué no pensar en decrecimiento con mejora integral de la calidad de vida de la población mundial? ¿Para qué más desarrollo del automóvil individual y no transporte colectivo de pasajeros? ¿Tren para todos contra la cultura del auto propio de los que pueden consumir?
¿Qué orden financiero para este otro mundo posible? ¿El de los paraísos fiscales, el libre movimiento de capitales y la especulación estimulada por la banca transnacional y el mercado de capitales? ¿El que dirige el sistema financiero mundial con el FMI y el Banco Mundial a la cabeza? ¿El que promueve el G20 con validación de países del sur dependiente del capitalismo desarrollado? Hace falta la soberanía financiera, que discuta la moneda mundial, el carácter de la circulación monetaria global y el tipo de relaciones financieras monetarias par un mundo sin explotación, de solidaridad y cooperación mundial.
¿Es esto lo que hoy discute la academia en Economía?
Probablemente no, pero es lo que ampliamente se debatió en Dakar, casi 50.000 personas, en representación de millones de militantes y habitantes de más de 130 países del mundo.
Un debate que se realizó en el territorio de la novedad del cambio político contemporáneo: África.


[1] Hosni Mubarak, Presidente de Egipto entre octubre de 1981 y el 11 de febrero del 2011. Fue depuesto tras 18 días de movilización popular.
[2]las personas más vulnerables a la crisis económica mundial actual son los que viven fuera del centro de atención, los 1,4 mil millones de personas que viven con sólo poco más de un dólar por día.” Es lo que puede leerse en la portada del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, bajo el lema “Reducción de la pobreza”, con abundantes datos sobre la incidencia de la pobreza en África. Leído en el sitio del PNUD el 12 de febrero de 2011 en:  http://www.undp.org/spanish/temas/pobreza.shtml
[3] Rebelión popular que determinó la caída del gobierno de Fernando De la Rúa (1999-2001) y la salida del régimen de convertibilidad en una paridad de un peso igual a un dólar, vigente entre 1991 y 2001.
[4] Cae el régimen del Zar.
[5] Triunfo de los bolcheviques. Primera experiencia triunfante en la construcción del socialismo.
[6] Gastón Varesi. El kirchnerismo como cultura (política) afirmativa. Elementos culturales, políticos y económicos de la estrategia oficial, 2003-2007. En Periferias,  Revista de Ciencias Sociales de la FISYP, Año 14, nº 10 del primer semestre del 2010, página 161 y siguientes. Editada en Buenos Aires, 2010.
[7] Leída el 12 de febrero de 2011 en el sitio del Comité de Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, CADTM. En: http://www.cadtm.org/FSM-Declaracion-de-la-Asamblea-de
[8] Ib.
[9] “Obama dijo que ahora el ejército en Egipto tenía la responsabilidad de asegurar una transición creíble a la democracia, estableciendo una ley de emergencia y abriendo un claro camino para elecciones libres en el país”. Citado de International Businnes Times, leído el 12 de febrero de 2011, en: http://mx.ibtimes.com/articles/9896/20110211/obama-dice-egipto-no-volvera-a-ser-el-mismo-tras-renuncia-de-mubarak.htm
[10] Eric Toussaint. Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad. En Periferias,  Revista de Ciencias Sociales de la FISYP, Año 14, nº 10 del primer semestre del 2010, página 31 y siguientes. Editada en Buenos Aires, 2010.
[11] Julio C. Gambina. ¿Se viene la derecha en la Argentina? Páginas 65 y siguientes. En La ofensiva de las derechas en el Cono Sur. Coordinadora Marielle Palau. BASE Investigaciones Sociales y Rosa Luxemburg Stiftung, RLS, Asunción, Paraguay, 2010.
[12] Del documento citado y publicado en el sitio del CADTM.