La dependencia del ingreso de capitales define al capitalismo argentino

La dependencia del ingreso de capitales define al capitalismo argentino
Por: Julio C. Gambina
Estamos sobre el fin del año y muchos me consultan sobre la evolución de la inflación y el tipo de cambio, insistiendo en que este, el tipo de cambio es un precio más en la economía, el de las monedas extranjeras, o sea, las divisas, entre otras, el dólar, el euro, el yen o el yuan.
La cuestión de los precios trasciende la coyuntura y expresa, como aprendimos con Marx, aspectos esenciales de la producción y la circulación, ya que los precios son la manifestación en dinero del valor de cambio, y este, resume la contradictoria relación social de intercambio en el capitalismo, entre compradores y vendedores, entre valor de uso y valor de cambio o valor. Los precios condensan las contradicciones del capitalismo, el intercambio de equivalentes y la generación y apropiación del plusvalor.
Aludimos a una cuestión teórica que está en la esencia del régimen de explotación. Los precios remiten al dinero, y este es expresión de una forma histórica del valor, que fetichizado se impone con autonomía de su origen como relación social. La inflación o deflación de los precios está asociado a la teoría del valor y por ende del dinero. No hay autonomía del dinero sobre la producción y circulación en el capitalismo, y por lo tanto, en el dinero y la política monetaria, financiera, cambiaria o de precios se manifiestan las contradicciones inmanentes en el doble carácter del trabajo materializado en las mercancías.
El tema de los precios y la inflación requiere de consideraciones que remiten a la coyuntura y sus impactos en las distintas clases y sectores sociales, como una mirada teórica que permita dilucidar el origen del problema en las contradicciones sociales del orden capitalista.
Los aumentos expresan la dominación de clases
Sobre la evolución de los precios en Argentina se evidencia una aceleración respecto de los años anteriores, proceso en curso desde el 2007. La afirmación se verifica con los datos de la medición oficial o con los que difunden otras mediciones alternativas, de privados o de algunas provincias aferradas a metodologías previas a los cambios en el INDEC. Los datos varían entre el 30 y el 40%. Puede creerse más en una o en otras mediciones, pero nadie duda del alza de los precios en la economía argentina, lo que evidencia un problema en la capacidad de compra para los sectores de menores ingresos y enfatiza la desigual relación social entre quienes fijan los precios y la mayoría que los sufre.
Nuestra economía es parte de la economía mundial, capitalista por cierto, que resume en un mercado mundial crecientemente sostenido con precios internacionales independientes de los costos de producción locales. Lo que se intercambia en el mundo son comodities, más que bienes y servicios. La soja o el petróleo, el oro, los minerales y el conocimiento son comodities y no interesa su localización para la producción, salvo en lo atinente a la búsqueda de la mayor productividad, o la disminución del costo de producción para maximizar la ganancia.
Es una afirmación para localizar a los fijadores de precios en el mercado mundial. No es desde la Argentina que se define el alza o la disminución del precio internacional de la soja o del petróleo, aunque sin duda y a escala, la producción local interviene en tanto y en cuanto participa de la producción global de cada mercancía. Sin perjuicio de lo dicho, el carácter nacional de la política y por ende del Estado, favorece una redistribución del poder global en el orden local, y eso explica las transferencias de ingresos al interior de cada país, siendo la inflación interna el mecanismo de redistribución regresiva del ingreso a escala interna, local. Es un ejercicio del poder, de quienes pueden subir precios y encontrar su realización en el mercado.
Las tendencias actuales en los precios y la política pública
También puede decirse que en el último tramo de este 2014 se percibe una desaceleración de la tendencia general ascendente de los precios, cuya explicación puede encontrarse en la baja de la actividad económica y la recesión productiva, con impacto directo en la pérdida de empleo y las restricciones para operar una reanimación de la economía local, que termina dependiendo de los estímulos externos, sean inversiones o préstamos provenientes desde el exterior.
El límite a la expansión de los precios está entonces condicionado por la reducción de la capacidad de realización en el mercado, sea por disminución de las compras empresarias o del consumo en general, especialmente entre los sectores de menores ingresos. Y por ende el ajuste en la contratación de fuerza de trabajo y un agravamiento de las formas de flexibilización laboral y salarial.
La política económica, es decir, el accionar del Estado, intenta frenar la evolución de los precios y activar la economía, incluso compensando con política social a los sectores más desprotegidos, vía planes sociales o renovadas moratorias previsionales. Es parte del aprendizaje del Estado capitalista en la administración de la crisis, legado de los 30´ y del keynesianismo que hoy asumen hasta los más conservadores de la política económica convencional en los principales Estados del capitalismo mundial.
En ese sentido y en la Argentina se anotan: a) los precios cuidados; b) los préstamos en cuotas para el consumo diverso; c) el estímulo al crédito para la vivienda o compra de automotores; d) las restricciones a la compra y venta de divisas; e) y ahora la disminución del 5% en el precio de los combustibles.
Uno de los problemas a destacar es que esas políticas no tienen efecto universal, ya que los precios cuidados no involucran más que una canasta de bienes que se distribuye en una cadena comercial de grandes supermercados y limitada geográficamente, con vencimiento a comienzos de enero y una fuerte disputa por la actualización de valores para su continuidad en el 2015.
Con el acceso a los créditos, el problema se presenta por los límites establecidos en los ingresos de los posibles adjudicatarios, excluyendo amplios sectores sociales que sufren el déficit habitacional.
Aun considerando los estímulos crediticios, con tasas subsidiadas a la pequeña producción, constituyen la minoría de la cartera bancaria, ya que lo principal del crédito bancario tiene destino en confirmar la estructura concentrada de la economía argentina y una orientación privilegiada en la especulación y el financiamiento estatal de la deuda pública.
Incluso la reducción de los combustibles es limitada para no entorpecer el estímulo al ingreso de inversores externos para la producción petrolera que morigere el déficit energético que supone la importación de combustibles, al tiempo que los estacioneros denuncian ser los principales perjudicados y señalan el privilegio hacia las grandes petroleras.
Vale también mencionar que las restricciones a la operatoria con moneda externa suponen una intervención para evitar la transferencia del precio de las divisas hacia el resto de los bienes y servicios. El problema es la referencia que supone en muchas actividades económicas el tipo de cambio paralelo y aún, la pérdida de reservas para atender las demandas de atesoramiento de pequeños inversores u ahorristas, que en cuenta gotas acumulan cuantiosos recursos, unos 3.000 millones de dólares estimados en todo el año, que son retirados de la actividad productiva.
La dependencia como lógica del funcionamiento del capitalismo local
En este marco, la economía en la Argentina está atrapada en la lógica capitalista de un excedente definido por el capital externo que presiona vía precios por su apropiación.
En el origen de la acumulación está el inversor de dinero (D) que pretende en un tiempo y espacio obtener más dinero (D´, o D +d, siendo d, el plusvalor). Esta ecuación define la valorización del inversor. Así, quien aporta D pretende D´ (D +d), o sea un incremento (d) de la inversión originaria (D). La economía local demanda crecientemente de inversores externos dispuestos a colocar su D en el proceso local de producción, y esos inversores demandan la búsqueda de seguridad jurídica para obtener el suficiente valor acrecentado (d) según la lógica de la ganancia monopolista de un capitalismo en crisis. Vale adicionar que los capitales hegemónicos, ya asentados en el país, defienden su posición de dominación vía precios, mientras pueden y no tienen límites de mercado o de la regulación estatal.
La cuestión de los precios en alza, incluso del tipo de cambio, apunta a capturar la renta socialmente generada en la Argentina y disponerla en el circuito de la valorización mundial que definen las corporaciones transnacionales que actúan en el país.
Por todo esto es que sostenemos que el gran problema de la economía capitalista argentina es la dependencia del ingreso de capitales para asegurar el ciclo de valorización económica. Es que para la valorización hace falta una dinámica de inversión reproductiva, la que proviene del excedente económico generado por el funcionamiento de la economía local o por su inserción en la economía mundial.
La dinámica del capitalismo argentino está definida por los capitales externos, tal como se deriva de la estructura económica social hegemónica del capital externo en los sectores productivos y de servicios. Por eso es que hablamos de dependencia de los capitales transnacionales y del mercado mundial capitalista. En el agro, la minería, la energía, la industria, el comercio y los servicios de comunicación, bancarios y transporte, entre muchos, resultan definitorias las inversiones externas y el paquete tecnológico en manos de las corporaciones transnacionales.
Más aún, en términos más generales, el punto de partida del ciclo del capital en la argentina se resume en la capacidad de ingresar capitales externos, siendo las fuentes de esos ingresos: a) el menguante superávit comercial; b) las renuentes inversiones externas; c) y el esquivo endeudamiento proveniente del exterior.
Es más, la apuesta de política económica apunta a sostener el superávit comercial, aun frenando importaciones y regulando las exportaciones; generando condiciones para el ingreso de inversiones, asegurando elevada rentabilidad, especialmente para petroleros interesados en explotar yacimientos no convencionales; y logrando una parcial inserción en el mercado de crédito mundial por medio del acuerdo bilateral con China. Por estas medidas es que puede explicarse la recomposición de reservas internacionales en torno de los 31.000 millones de dólares, la contención de las expectativas por una devaluación, claro que todo tiene un costo, principalmente social.
La afectación de la dinámica de producción y reproducción capitalista afecta principalmente a los trabajadores, la mayoría de la sociedad. El nuevo endeudamiento presiona sobre los recursos fiscales compitiendo con demandas sociales de gasto público en salarios, salud, educación, seguridad o promoción de las economías regionales y una política productiva y de desarrollo para satisfacer necesidades de otro modelo y patrón de producción y consumo.
Nuestra reflexión apunta a la construcción de una argumentación que supere los límites a que nos condena el régimen del capital e ir más allá, contra el orden capitalista, por la transformación social para la emancipación y la liberación. Ello supone la crítica a la mercantilización creciente, o sea, a la subordinación del orden social a la lógica mercantil de producción de valor y plusvalor que definen la producción, la distribución, el cambio y el consumo, y si se quiere superar estas condiciones históricas del funcionamiento social, se requiere ir más allá en la imaginación de la sociedad necesaria, pensando más en satisfacer necesidades que en la lógica de la ganancia, la acumulación, el poder y la dominación capitalista.
El tema es la revolución para modificar las relaciones sociales de producción, y aquella se juega en la acumulación de poder popular y su orientación en la construcción de una nueva sociedad sin explotación, un paradigma que define los nuevos horizontes de la lucha de clases desde los trabajadores y los pueblos.

Buenos Aires, 27 de diciembre de 2014

Los desafíos para la integración regional, entre Bolivia en el Mercosur y las relaciones Cuba y EEUU

La integración latinoamericana sigue en la discusión como forma de enfrentar las secuelas de la crisis mundial del capitalismo y aspirar a un desarrollo alterativo del orden mundial.
En estos días se realizó la reunión del Mercosur en Paraná, Argentina, con la noticia más destacada, vía superación de obstáculos políticos e institucionales para un próximo ingreso pleno de Bolivia al bloque de integración regional.
Salvo esa novedad, muy poco en concreto para mostrar en materia de avance de una integración autónoma, a contra marcha de la hegemonía aperturista y por el libre comercio que requieren las grandes transnacionales. La ampliación de socios no es por cualquier lado, sino de países que lideran la experiencia de confrontación con la estrategia neoliberal: Venezuela y Bolivia.
Recordemos que a los cuatro originarios, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, se le incorporaron Venezuela luego del rechazo al ALCA en Mar del Plata 2005, y ahora Bolivia, que aparece en la mira de todos los análisis por su estabilidad económica y el crecimiento del consenso al gobierno de Evo.
Estos dos países, Venezuela y Bolivia, junto a Cuba, dinamizan la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestramérica, ALBA, con origen y propuestas para un modelo productivo y de desarrollo alternativo.
Así, ahora en el Mercosur conviven dos sentidos, el originario que remite al libre comercio y la impronta alternativa de los nuevos procesos. La duda siempre transita sobre quién se impondrá finalmente.
El cónclave del Mercosur fue en simultáneo con el anuncio conjunto entre EEUU y Cuba sobre el restablecimiento de relaciones mutuas, y de alguna manera, el comienzo del fin al criminal bloqueo del imperialismo estadounidense sobre la isla de la libertad.
Así, se reabre la discusión por el lugar de Cuba y su proyecto socialista en la región. De ser el excluido en las negociaciones por el ALCA, Cuba pasa a constituirse como miembro pleno  del sistema de relaciones continentales.
También vale el interrogante sobre quién vence a quién. ¿Pesará más la lógica capitalista sobre Cuba, o esta podrá intervenir con el ejemplo de la importante experiencia de lucha por la autodeterminación y el socialismo?
Alejarse del libre comercio como desafío
Vale concentrarse en los desafíos que supone la coyuntura, especialmente para alejarse del origen neoliberal, liberalizador, del Mercosur a comienzos de la década del 90’.
Eran los tiempos del fin de la bipolaridad y el triunfalismo del unicato capitalista. Aquellos eran momentos en que todos los procesos económicos y políticos en la región apuntaban a las privatizaciones, las aperturas indiscriminadas y a favorecer la iniciativa privada del capital más concentrado. El imaginario socialista tenía destino en el baúl de los recuerdos, de vieja utopía descentrada y derrotada.
Han pasado más de veinte años desde entonces y el cambio político en la región en este comienzo de siglo supuso algunas modificaciones en la agenda de la integración, muchos de los cuales aún solo son parte del discurso, o relativas a expectativas inconclusas.
Entre otras, remitimos al anunciado Banco del Sur, que cumple ya siete años desde su compromiso inicial en diciembre del 2007. No es menor considerar la ausencia de un instrumento de financiamiento regional con pretensión alternativa, precisamente en momentos de despliegue de la crisis mundial, que incluye, entre otras, a la dimensión financiera.
Es un asunto que Argentina llevó al cónclave del Mercosur a propósito de la amenaza que significa la deuda, la especulación y el accionar combinado de la institucionalidad jurídica y corporativa del capitalismo delictual contemporáneo.
Cuando aludimos al financiamiento alternativo remitimos a otros destinos para los recursos financieros, ya que el financiamiento existe, sea que proviene de la banca comercial, del mercado de capitales, o de los organismos internacionales, y ahora de Rusia y sobre todo de China; pero de lo que se trata es de romper con la lógica de financiamiento de un determinado modelo productivo y de desarrollo. Para ello, es necesario asegurar la materialización de una política de soberanía financiera, con autonomía de la lógica y reglas del sistema financiero mundial capitalista.
En síntesis, hablamos de una nueva arquitectura financiera para la región y el mundo. Nuestros países, integradamente pueden canalizar sus recursos soberanos, entre ellos las reservas internacionales y orientarlos en la construcción del camino de la independencia y la soberanía de nuestras naciones integradas.
La realidad es que un obstáculo muy serio para encarar esa tarea de autonomía e independencia, pasa por la demora en la destrucción de la vieja institucionalidad financiera, el cambio de la política económica y la definición de un rumbo más allá del orden capitalista.
Mirando la realidad local, confirmamos en ese sentido a la ley de entidades financieras, que en la Argentina data de 1977 (gobierno dictatorial) y que fuera calificada en su momento por el Ministro emblemático (Martínez de Hoz) como un  instrumento esencial para la reforma económica reaccionaria promovida por los genocidas.
Otro caso es la continuidad de la presencia de Argentina y otros países de la región en el CIADI, ámbito sujeto al Banco Mundial, cuando Brasil nunca suscribió el protocolo de adhesión, y Venezuela, Ecuador y Bolivia denunciaron la adhesión a esa subordinación a la lógica de la ganancia y la acumulación de las voraces transnacionales.
Pero también aludimos a la difusión de contratos y de acuerdos comerciales por la liberación y la seguridad jurídica de los inversores externos, que se explicitan en variados tratados de libre comercio, o tratados bilaterales de inversión. Todos esos tratados necesitan ser denunciados por la región, como base para discutir nuevos marcos estratégicos para la integración soberana y el desarrollo independiente.
En rigor, no solo se trata de la institucionalidad neoliberal gestada en los 80´ y en los 90´, sino de una política económica al servicio del capitalismo de época, organizado por las transnacionales, sustentado en la promoción de la expansión internacional del capital, con la complicidad de los principales Estados del capitalismo mundial y los organismos internacionales. En ese marco, América Latina y el Caribe ofrecen fuerza de trabajo capacitada y disponible a bajo salario y una dotación abundante de bienes comunes para el saqueo imperialista.
Insistamos en que el debate es si se puede romper con esa lógica de funcionamiento del orden vigente. Por eso es nuestro interrogante y expectativa sobre un tiempo para profundizar el cambio en la región y desde la economía, de los cambios económicos, estructurales, de la institucionalidad y de la política económica, encarar un nuevo tiempo de transformación social, en perspectiva emancipadora, que cambie la matriz productiva y de consumo, para soñar con la liberación y el otro mundo posible. Claro que estamos hablando del proceso de la revolución socialista en nuestro tiempo.
La perseverancia de la experiencia cubana
Es bueno pensar en términos de “lo posible” anti capitalista, cuando esta dimensión de “lo posible” se reduce, se achica, en sentido defensivo, relativo solo a las políticas que “sean posibles” en el marco del capitalismo, algo que sufrimos en nuestros procesos políticos nacionales y regionales.
El ejemplo cubano es relevante, como experiencia que lucha contra el capitalismo y brega por el socialismo, como ejemplo de ir más allá de lo posible dentro del capitalismo y animarse a la lucha anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo, sin final asegurado.
Con la perseverancia de sus objetivos por el socialismo cubano, la Isla, su pueblo y su gobierno supieron doblegar la política exterior agresiva e invasiva de EEUU que por más de medio siglo bloqueó y boicoteó a la revolución cubana sin éxito. En el marco de la guerra fría había que impedir el ejemplo de la lucha por el comunismo en Nuestramérica, por eso Bahía de los Cochinos y la invasión para luego bloquear e intentar ahogar sin éxito a la isla.
El inicio de negociaciones entre EEUU y Cuba, con la mediación del Vaticano permite varias lecturas, y la primera es el éxito de las convicciones por la dignidad, la soberanía y la autonomía de Cuba. Pero también, que EEUU se estaba aislando de procesos de diálogo político en la región, cuestión que no resulta indiferente a las clases dominantes de nuestros países y del mundo, incluido, claro está el Vaticano.
Qué gran diferencia cuando en los 90´ la agenda regional se definía por el ALCA y la hegemonía absoluta de EEUU y su política expansionista convalidada por gobiernos y clases dominantes locales.
La realidad indica que no solo hubo “No al ALCA”, construido éste entre 2001 y 2005, campaña popular continental mediante, sino que se habilitó un nuevo tiempo para discutir la integración. El ALBA es parte de ello, como luego y con matices la Unasur, y más aún la CELAC. Especialmente ésta durante el 2013 bajo la coordinación de Raúl Castro, que otorgó un dinamismo a las relaciones regionales con la exclusión de Norteamérica: EEUU y Canadá.
Vale considerar además, que la Iglesia juega en América Latina su disputa por la mayor fidelidad de feligreses en el mundo y está interesada en suturar fisuras o fracturas presentes o futuras del orden contemporáneo.
La Iglesia jugó en los 80´ ante el conflicto y la situación polaca y el este de Europa. Fue una intervención para modificar la correlación de fuerzas en la lucha de clases mundial. Ahora, bajo otras circunstancias, el papado también actúa, con discurso crítico al neoliberalismo, como corresponde en estos tiempos en que la lucha popular desgastó el discurso neoliberal, el que refería a que no había alternativas.
Recordemos a Margaret Thathcher y su “There Is Not Alternative” (TINA), que entre nosotros difundiera como lema propio Carlos Menem. La alternativa empezó a pronunciarse como “otro mundo posible” en el Foro Social Mundial del 2001 en Porto Alegre, y se hizo más cercana con la reinstalación de la lucha por el socialismo que animaron los procesos más radicalizados de Sudamérica, que junto a Cuba se animaron a una integración más audaz, aún en proceso de sostenerse en la coyuntura crítica vigente.
Cuba ganó su batalla de reinserción en las relaciones interamericanas y mundiales, y las clases dominantes actúan por todos los medios posibles para evitar rupturas revolucionarias al orden capitalista, y en todo caso, negociar para intentar favorecer, desde las relaciones comerciales, la ampliación de mercados y una respuesta más a la crisis en curso. EEUU busca mercado en Cuba, canalizar inversiones que suman en la ampliación de todos y cada uno de los mercados.
En ese sentido, no hay mercados chicos, todo suma, y aun cuando la región aparece como suma de varios países, para los capitales, son todos mercados que incluyen una considerable parte de mercado sustentable, sujetos de subordinarse a la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista. Para eso luchan por la liberalización, la apertura económica y un mayor espacio para las transnacionales. Es un camino en el que también se anotan China y Rusia crecientemente, e incluso algunos países que como Brasil y sus translatinas disputan un lugar en la dominación regional y global.
El problema es el capitalismo y la necesidad de instalar la lucha por el socialismo
El movimiento popular necesita profundizar el camino de acumulación social, política y cultural para hacer realidad la disputa de poder popular y la demanda del 2001 por otro mundo posible.
La consigna empezó a ganar en credibilidad de la mano de nuevos sueños por el socialismo, con la renovación cubana y las búsquedas por el socialismo del Siglo XXI (Venezuela) o Comunitario (Bolivia), por el objetivo del Vivir Bien (Bolivia) o el Buen Vivir (Ecuador).
El anticapitalismo y el antiimperialismo es posible si se consolida una masa social mayoritaria por los cambios, la transformación, la emancipación y la liberación.
Es que la lucha por la integración alternativa, contra la inserción subordinada, demanda de un sujeto popular organizado y consciente que empuje la dinámica de la sociedad en la lucha contra el poder, por la suspensión de los pagos de la deuda, que libere fondos para un nuevo modelo productivo y de desarrollo, con financiamiento autónomo de nuestros países.
Se trata de aprender de la dignidad de Cuba en la lucha contra el aislamiento y la generación de condiciones para sentar al imperialismo a negociar y seguir buscando nuevas posibilidades para defender lo logrado (salud, educación, cultura) e ir por más liberación social y nacional, articulando nuevas redes que hagan realidad el sueño de la patria grande en Nuestramérica.
Hay quienes piensan, en una lectura errónea del acontecimiento, que esta negociación entre EEUU y Cuba puede reiterarse para terminar con procesos coloniales, por ejemplo el que subsiste entre Inglaterra y Argentina por Malvinas.
El error consiste en considerar que la decisión del gobierno estadounidense es unilateral y generosa. Muy por el contrario, el imperialismo fue arrastrado a la mesa de negociaciones por la diplomacia cubana, la situación de integración regional sin la presencia de norteamericanos, y claro, también con el peso moral que supone el poder de la Iglesia y el papado esperanzador de Francisco. Esperanza que deviene de un papel histórico que se juega en este Siglo XXI para sostener el peso del Vaticano y su creciente influencia entre la población de nuestros territorios y otras latitudes.
Rusia condonó el 90% de la deuda que mantenía Cuba y decidió reinvertir el 10% restante en proyectos decididos desde la soberanía cubana, por la forma de negociación e inserción autónoma de Cuba en las relaciones internacionales. Lo mismo puede señalarse sobre la esencia de las relaciones cubanas con China, creciente actor político en la Isla y en la región latinoamericana y caribeña.
No debe esperarse que Inglaterra se avenga a discutir soberanía imitando el gesto de distensión de EEUU para con Cuba, Argentina debe consolidar su proyecto de independencia y solo así sentará a Inglaterra en la mesa de negociaciones. Claro que eso supone transitar el camino de confrontación con el capitalismo y el imperialismo.
Proponerse el rumbo socialista, con todas las dificultades que ello supone y donde Cuba es la vidriera para observar, marca el único camino posible para pensar en la independencia y la articulación integrada de una producción centrada en satisfacer las necesidades de nuestra población más que en la lógica de la valorización capitalista de la explotación de la fuera de trabajo y el saqueo de nuestros bienes comunes.
Es una decisión política que debe partir de los pueblos. Solo en esas condiciones podrán los gobernantes asumir el mandato que confirme un destino emancipado, por la liberación y que materialice el sueño de la patria grande Nuestramericana.

Buenos Aires, 20 de diciembre de 2014

Nuevo canje y emisión de deuda en la Argentina

Argentina retomó el camino del endeudamiento público con un ofrecimiento de cancelación anticipada de un título con vencimiento en octubre del 2015 por 6.700 millones de dólares.
Al mismo tiempo se ofreció canjear el mismo por otro con vencimiento en el 2024 y mejorando la tasa de interés, del 7 al 8,75%.
En el mismo acto se ofreció una nueva emisión de ese título con vencimiento a 10 años y con cancelaciones anticipadas a la mitad de su vigencia. El título ofrecido es el mismo con el que se compensó en abril pasado a Repsol por la expropiación parcial de YPF.
La operatoria estuvo abierta por tres días, entre el 10 y 12 de diciembre, un tiempo complejo por los datos que arroja la continuidad de la crisis mundial, con bolsas en baja generalizada y tensiones varias por la disminución de los precios internacionales de las comodities, especialmente el petróleo, que perforó el piso de los 60 dólares el barril y no parece tener fin, en lo que ya se anuncia como una guerra por el manejo de la economía del petróleo, un insumo estratégico en el orden mundial contemporáneo.
Al cierre de la operatoria, el propio Ministro de Economía informó en conferencia de prensa que solo se presentaron al cobro anticipado títulos equivalentes a 185 millones de dólares, los que se abonarán en dólares en efectivo, una curiosidad en la economía de la Argentina, con fuertes restricciones en la operatoria de divisas.
Por otra parte, fueron unos 377 millones de dólares los bonos canjeados, que entregan sus títulos de vencimiento en el 2015 para recibir en canje otros con vencimiento en el 2024.
Ante la oferta de nueva emisión, se colocaron bonos por 286 millones de dólares, parte de lo cual tiene destino en cancelar aquellos 185 millones presentados a cobrar anticipadamente el vencimiento que operaba en 2015.
Información periodística de Página 12 (medio oficialista) indica que una parte importante del canje, por unos 170 millones de dólares fue cubierta por los fondos administrados por la ANSES. Al mismo tiempo se informa que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, administrado por la ANSES se constituyó en el principal suscriptor de los nuevos títulos emitidos con vencimiento en el 2024.
La prueba llevada adelante por las autoridades económicas para reinsertar a la Argentina en el mercado mundial de créditos presenta relativo éxito, aunque desde el gobierno se juzga que la escasa presentación al cobro anticipado es un gesto de confianza en que Argentina cumplirá sus compromisos en el 2015 y aleja las consideraciones de una posible cesación de pagos en el corto y mediano plazo.
Vale aclarar, que al mismo tiempo que se desarrollaba la operatoria de canje y emisión de deuda, la Argentina solicitó el tercer tramo del crédito swap acordado con China este año.
La operatoria puede involucrar 11.000 millones de dólares en moneda china. Desde septiembre y en tres tramos, ya se liquidaron 2.314 millones de dólares de nueva deuda pública, con vencimiento en un año y renovable por otros tres años más. La operatoria se resolvió por 814 millones de dólares en septiembre, por 500 millones en octubre y 1.000 millones en diciembre.
Producto de ello, las reservas internacionales reconocen al presente un stock de 30.256 millones de dólares, cuando hace un par de meses el piso se encontraba cercano a los 26.000 millones y con tendencia a la baja. No solo se explica por los préstamos externos, sino por las liquidaciones de las cerealeras que se apuraron a vender la cosecha ante la baja del precio internacional de la soja.
China se ha transformado en el nuevo prestamista de última instancia de la Argentina sorteando el cierre a los mercados internacionales.
Convengamos también que la escasa aceptación de la operatoria de canje y emisión ofrecida se debe a que por las condiciones de funcionamiento del mercado de capitales local y mundial, la coyuntura de baja en los precios de los títulos hacía más ventajoso comprar en el mercado secundario los bonos y esperar al vencimiento en 2015, antes de ingresar a la operatoria oficial de cancelación anticipada o de canje.
La Argentina ratifica en estas horas su voluntad de cancelación de deuda, al tiempo que confirma su interés por volver al mercado mundial de deuda.
Esta semana puede considerarse como un ensayo, que marca el camino del re-endeudamiento en futuro cercano. Las provincias argentinas, con dificultades fiscales, esperaban este momento con expectativa para tomar nuevos préstamos en el mercado mundial.
Cualquier consideración nos lleva a la convicción que el cáncer de la deuda sigue presente. Con desendeudamiento o con nuevo endeudamiento todo se subordina a la lógica que imponen los acreedores.
Se impone un gran debate nacional sobre los costos de pagar la deuda, por lo que necesitamos discutir la legitimidad y legalidad de la deuda, ir a fondo con una investigación de la misma y avanzar en una campaña de esclarecimiento popular sobre la suspensión de los pagos y la utilización de los recursos públicos con un destino alternativo que promueve otro modelo productivo y de desarrollo.
Una medida de esta naturaleza será condenada por el sistema mundial en crisis, y nada mejor en la coyuntura internacional que ofrecer propuestas políticas alternativas que animen la perspectiva anticapitalista y antiimperialista. Lo más interesante es que no existe otra salida, sino se profundiza la dependencia y subordinación.
El camino de la independencia requiere convocar a la sociedad y al pueblo a realizar una consulta popular sobre la suspensión del pago de la deuda y la auditoria popular integral. Es una forma de constituir sujetos colectivos conscientes para enfrentar la realidad y asumir la perspectiva de un proyecto político alternativo al de subordinación y de dependencia.

Buenos Aires, 13 de diciembre de 2014

Desendeudamiento y reendeudamiento público en la Argentina

El ministro de Economía de la Argentina anunció el jueves 4 de diciembre pasado el pago anticipado del BODEN 2015, que como su nombre indica vence el próximo año, más precisamente el 3 de octubre.
La opción incluye el canje por el BONAR 2024, con vencimiento el 30 de enero de ese año. El atractivo supone pasar de una tasa de 7% del BODEN 2015 a otra de 8,75% del BONAR 2014, aunque postergando el vencimiento por una década.
Al mismo tiempo se ofrece una nueva convocatoria a suscribir BONAR 2024 por unos 3.000 millones de dólares.
Por un lado, se sostiene la política de cancelar, de desendeudar, vía ofrecimiento de cancelación a los tenedores de títulos que vencía en octubre del 2015.
Algunos inversores optaran por cobrar y hacerse de dólares en momentos en que está restringido el mecanismo para obtener divisas. Son recursos que irán a las cajas fuertes u otras formas de atesoramiento, o quizá animen el mercado inmobiliario e incluso el pequeño mercado del paralelo, contribuyendo con esa mayor oferta a reducir la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, ilegal o blue.
No es la principal apuesta del gobierno, aun cuando en el discurso oficial, la medida apunta a destacar la capacidad de pago de la Argentina, sobre todo cuando crece la especulación sobre el impago continuado en 2015 a los acreedores que demandaron al país en EEUU.
El país confirma su vocación de pago, de ser “pagador serial”, tal como afirman las autoridades argentinas, que en estos años de gobiernos kirchneristas cancelaron 192.000 millones de dólares, según informa la Presidenta Cristina Fernández.
La apuesta del gobierno se concentra en estirar los plazos de vencimiento, desde el 2015 al 2024, en la expectativa de que los tenedores del BODEN 2015 acepten el convite del canje por el BONAR 2024, con mayor rendimiento.
En el fondo, sigue el festival de bonos, el cáncer del endeudamiento, aun cuando desde el punto de vista del ordenamiento de pagos, estos se estiran en el tiempo, gobierne quien gobierne en el futuro.
Desde el próximo año y por 10 años caerán vencimientos de intereses, y al final, el vencimiento total, problema de gobiernos futuros, similares o diferentes al actual. En rigor, no solo será cuestión del BONAR 2014, sino de un conjunto de viejos vencimientos a los que se suman los nuevos préstamos provenientes de China y Francia.
El costo a pagar es del conjunto de la sociedad, la que verá limitada su demanda por derechos ante reclamos de tenedores de títulos de la deuda pública.
La especulación financiera volverá a ganarle a los derechos constitucionales de una paga digna a los trabajadores estatales, y por cierto a la educación o la salud pública, la seguridad y ni hablar de los reclamos de los jubilados que confirmarán el achatamiento de la pirámide de ingresos previsionales.
Por si esto fuera poco, la Argentina confirma con esta ampliación de la deuda, que retoma el camino del endeudamiento público, al ofrecer una nueva emisión de títulos públicos, ampliando los compromisos derivados del BONAR 2024, oportunamente emitido para cancelar a REPSOL la expropiación parcial de YPF.
Ahora se ofrecen bonos por 3.000 millones de dólares que se suman a la acrecida deuda pública del último tiempo, con inversores locales en pesos equivalentes a la cotización del dólar al vencimiento; con Francia y especialmente con china. Es un aporte a las opciones de financiamiento para ahorristas con capacidad económica y fondos ociosos.
¿Para qué necesita el Estado estos recursos? Para pagar deuda, entre otras cuestiones. Con lo cual se confirma el ciclo de más deuda para seguir pagando deuda, comprometiendo recursos demandados para educación, salud, salarios de estatales, jubilaciones y variadas necesidades sociales.
Campaña popular para suspender los pagos
Ante esta situación se requiere profundizar la campaña popular por la suspensión de los pagos de la deuda y la conformación urgente de una auditoría popular que investigue la deuda en la Argentina.
En septiembre del 2014 se votó la “ley de pago soberano” que incluía la conformación de una Comisión Investigadora por parte del Parlamento sobre la deuda desde la dictadura de 1976 hasta la actualidad. Se cumplirán tres meses desde entonces y el Congreso está en mora, y nada indica que cumplirá con su cometido.
Por eso necesitamos ejercer el derecho soberano del pueblo para organizar lo que las instituciones no realizan.
El próximo año, el 24 de abril del 2015, se cumplirán 15 años del fallecimiento de Alejandro Olmos, quien denunció la deuda en tiempos de la dictadura (1976-1983) y lograra el fallo condenatorio en el 2000, con enunciado de más de 400 fraudes comprobados. Ese es el origen espurio, ilegal, ilegitimo y repudiable de la deuda pública, que bien puede considerarse “odiosa”.
Entre la CTA Autónoma y el Comité de Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, el CADTM, se está considerando realizar una Conferencia Internacional para analizar el caso argentino y estimular la campaña por la suspensión de los pagos y la conformación de una auditoría popular que investigue lo que las instituciones no hicieron, no hacen y que muy probablemente no hagan.
La propuesta fue llevada a la Asamblea por la suspensión de los pagos, la conformación de una auditoría de la misma y en defensa de los bienes comunes. Se trata de un ámbito plural entre los variados que asumen campañas diversas por cuestiones específicas, contra la mega-minería a cielo abierto, contra la fumigación de los pueblos asentados en la cuenca sojera, contra la ley de semillas ajustada a la demanda de Monsanto y el modelo productivo de re-primarización de la economía,
Todos esos movimientos y muchos otros, necesitan articularse en una propuesta integradora, que bien pude subsumirse en una campaña por la suspensión de pagos y defensa de los bienes comunes.
Se trata de constituir sujeto colectivo consciente y masivo por otro modelo productivo y de desarrollo, por otro país, en una agenda más allá de la preocupación electoral y que la contiene, para modificar la agenda política en el país. Que no solo tenga en cuenta el programa de las clases dominantes, que contiene las propuestas de las opciones con posibilidad de gobernar a la Argentina.
Esa Conferencia Internacional que imaginan desde la CTA Autónoma y el CADTM tiene que ser el punto de partida de una consulta popular, para que la sociedad argentina, en un gran debate pueda decidir en que utilizar los recursos públicos.
¿Debe el país seguir postergando derechos de la mayoría de la población para ratificar sus compromisos con el sistema financiero internacional?
¿Hay que seguir alimentando el mercado de la especulación y la danza de bonos que paga el pueblo?
Son interrogantes que se responden desde la política, desde la acumulación de fuerzas necesarias para enfrentar la posibilidad de un presente y un futuro con autonomía e independencia, contra la subordinación y la dependencia que confirma la política del endeudamiento estructural, sea con desendeudamiento o con reendeudamiento, tal como ocurre en el presente.
Como en otras ocasiones, el pago o no de la deuda vuelve a constituirse como dicotomía entre dependencia o soberanía.

Buenos Aires, 8 de diciembre de 2014

Crisis energética y precio del petróleo: lucha por la hegemonía en el capitalismo en crisis

Hacia julio del 2008 el barril llegó a los 150 dólares y ahora ronda los 70 dólares[1], con un pronóstico inestable, aunque a largo plazo, la Agencia Internacional de Energía (AIE) proyecta la recuperación de los precios y los vaivenes del liderazgo productivo entre EEUU y Medio Oriente[2].
En el trasfondo está la crisis energética, de EEUU en los 70´, que dispararon los precios del petróleo y con ellos el fenómeno de la especulación financiera y el deliberado sobre endeudamiento de los países del sur del mundo. Junto a esos fenómenos, se desarrolló el acrecentamiento de la militarización mundial en la disputa por los hidrocarburos, los territorios y la dominación de las poblaciones, especialmente desde Washington.
La respuesta estadounidense a su crisis energética (EEUU la mundializó) se resolvió comprando y ocupando, manipulando e intentando la dominación militar, económica e ideológica sobre el planeta, mientras buscaba respuestas a su crisis productiva de hidrocarburos, exacerbada por un agigantado consumo energético sin límite, convalidando el derroche y la contaminación depredadora de la naturaleza. Al mismo tiempo se alentó la agro-energía y el 30% del maíz estadounidense, el mayor productor mundial del rubro, tiene destino en la producción de combustible, compitiendo con la capacidad de alimentación y asociando crisis energética a crisis alimentaria, y junto a ellas la crisis ambiental.
Así, la producción de hidrocarburos y de alimentos se transformó en producción y comercialización de “comodities”, con la ganancia y la acumulación como objetivo central, corriendo a la energía y a los alimentos de su sentido principal de satisfactor de necesidades sociales. De un derecho a una mercancía como proceso sin fin. Ambas crisis son partes de la crisis civilizatoria en curso, donde lo económico financiero es solo la parte más visible de un fenómeno que es social, político y cultural, estructural y sistémico, que solo puede solucionarse más allá del capitalismo y que, claro, las clases dominantes empujan en el sentido de la liberalización.
La crisis energética se hizo mundial en la presente crisis desde el 2007-8, por lo que no sorprendió la escalada de los precios ante el pico de producción y puesta en cuestión de la capacidad mundial por descubrir, explotar y apropiar reservas de hidrocarburos. La búsqueda de hidrocarburos se hizo más costosa, especialmente con los no convencionales (shale), que multiplica el costo de producción sobre los convencionales. Estos tienen un costo que puede oscilar en torno a los 10 o 20 dólares el barril, según informa la AIE, mientras que aquellas pueden remitir a costos superiores a los 70 u 80 dólares, los valores actuales.
Son todas cifras variables de un territorio a otro, según la mayor o menor dificultad para la explotación, lo que convoca a pensar en que para la producción de los no convencionales hace falta un fortísimo soporte económico financiero de subsidio, que solo puede sustentarse desde el poder del Estado. Es algo que el keynesianismo resolvió hace más de 8 décadas y aun cuando se sostenga la liberalización de la economía, nadie duda en el orden capitalista sobre la importancia de la intervención estatal para sustentar la producción gasífera y petrolera. No existe límite ideológico para subsidiar a las transnacionales del petróleo, especialmente para defender la geopolítica del imperialismo. Es lo que hace EEUU y lo que ocurre en toda la geografía del mundo.
Con la explotación del shale, los hidrocarburos no convencionales, y la fractura hidráulica (fracking), EEUU desafió sus límites energéticos y pretende en el corto y mediano plazo resolver su crisis energética, no solo incrementado su producción, sino transformándose en el primer productor mundial de petróleos en 2015, según el citado reciente informe de la AIE. El tema fue analizado hace tiempo por el especialista mexicano John Saxe-Fernández en la Revista de la Fisyp[3], colocando grandes interrogantes sobre el costo de producción y los gigantescos subsidios estatales para asegurar la hegemonía estadounidense desde el control de la producción del insumo estratégico por excelencia.
Pero que ocurre en la coyuntura, con precios en baja, dificultando la producción de los hidrocarburos no convencionales. El tema concita atención mundial y existen análisis de conspiraciones cruzadas.
Por un lado, EEUU con el alza de la producción, asociada al sostén de la elevada extracción de la OPEP, pretende ahogar económica y financieramente a países dependientes del ingreso de su factura de hidrocarburos, caso de Rusia, Venezuela o Irán. Claro que ello conspira contra su propia estrategia asociada al shale, con costos en el nuevo límite a la baja del precio del crudo en estas horas. En esa estrategia podría asumirse Arabia Saudita, el principal productor mundial, que, por otro lado, apunta a dificultar la competencia global estadounidense en la perspectiva del 2015-2020, que según la AIE, EEUU podría convertirse en el principal productor mundial de hidrocarburos. La OPEP acaba de definir la continuidad de la producción según los parámetros actuales, en acuerdo con Arabia Saudita y en contra de las aspiraciones de Venezuela o Irán. La decisión apunta a debilitar a sus competidores, especialmente a EEUU.
¿Se desató otra guerra por el petróleo?
Es un interrogante que se suma a otras guerras, la monetaria, la comercial, u otras que animan la continuidad de la crisis mundial del capitalismo. En definitiva, la discusión de los 70´ vuelve en otro escenario, de agravamiento de la crisis mundial del capitalismo, con su capítulo energético, que impacta en múltiples procesos, sean de la agricultura, la industria, el comercio y los servicios, y obviamente en el conjunto del modelo productivo y de desarrollo que impactan en el medio ambiente y la vida en el planeta.
Un problema singular es la Argentina, con una factura de importación de combustibles por 12.000 millones de dólares anuales y un balance comercial con un déficit cercano a los 7.000 millones de dólares. La baja del precio del petróleo reduce el costo de las importaciones aunque aleja la expectativa asentada en la explotación de los no convencionales, rentables a un precio superior al actual.
Es una mala noticia para los que esperaban resolver con inversiones petroleras los límites del capitalismo local ante la ausencia de divisas por inversiones o préstamos.
Se trata de un problema estructural, y convoca a discutir la crisis petrolera global y local desde la discusión del modelo productivo y de desarrollo, cuestionando el para que de la energía y del petróleo, y desde allí definir el sentido de un nuevo modelo sustentado en la satisfacción de las necesidades sociales y no en la expectativa de ganancias y acumulación de las transnacionales de la energía y el petróleo.
No solo la Argentina tiene que discutir el impacto de la crisis energética y los precios internacionales, sino que toda la región latinoamericana y caribeña debe estructurar una respuesta común con el centro en la defensa de la soberanía energética, articulada con una propuesta de soberanía alimentaria, financiera para otro proyecto de país y región en la perspectiva de la emancipación y la liberación.
Buenos Aires, 29 de noviembre de 2014



[1] http://www.preciopetroleo.net/
[2] http://www.iea.org/newsroomandevents/pressreleases/2014/november/signs-of-stress-must-not-be-ignored-iea-warns-in-its-new-world-energy-outlook.html
[3] John Saxe-Fernández, EXPLOTACIÓN DE FÓSILES NOCONVENCIONALES EN ESTADOS UNIDOS. LECCIONES PARA AMÉRICA LATINA. En Periferias 21, Revista de la Fisyp. http://fisyp.org.ar/media/uploads/p.21-saxe.pdf

El Grupo de los 20 y el conflicto por la deuda pública de Argentina

Durante el fin de semana pasado se reunió en Brisbane, Australia, el Grupo de los 20, que a instancia de George Bush en 2008 se auto constituyó en la instancia global de análisis de la crisis mundial de la economía. Por la Argentina, ausente la Presidenta por enfermedad, participaron el Ministro de Economía y el de Relaciones Exteriores,
Interesan dos cuestiones centrales. Una remite a la continuidad de la crisis después de 7 años de cónclaves de gobernantes de los principales países del mundo, especialmente EEUU, Europa, Japón y los grandes nuevos actores políticos y económicos como China, Rusia y Brasil. Por la región latinoamericana completa la participación México y Argentina. La otra cuestión nos lleva al interés de la Argentina por incluir el tema de la deuda y muy especialmente el conflicto con la justicia de EEUU y la demanda de los fondos buitres.
Preocupa la falta de crecimiento económico
Sobre la cuestión de fondo, las deliberaciones y resoluciones se concentran en el escaso crecimiento de la economía mundial y la necesidad de asumir políticas que favorezcan la superación de la desaceleración económica mundial generada por la crisis desde las turbulencias del 2007 y especialmente la recesión mundial del 2009. Las tendencias aluden a efectos sociales regresivos hacia el 2018, completando una década de carga de la crisis sobre los trabajadores y pobres del mundo.
El epicentro de los problemas está en los países capitalistas desarrollados, especialmente EEUU, cuyo crecimiento económico no termina de contribuir a resolver sus propios problemas locales y mucho menos a cumplir el esperado papel de locomotora de la economía mundial.
Un tema agravante es el impacto sobre el empleo con 33 millones de desocupados, agravado para los jóvenes que retrasan la incorporación al mercado laboral y constituyen un serio problema social y civilizatorio que favorece las tendencias a extender la participación juvenil en el capitalismo delictivo. Esto se expresa, entre otros problemas, en la producción y circulación de drogas o armas, como en la trata de personas. No solo se alude al consumo y difusión de esos problemas sobre la población joven, sino al involucramiento juvenil, como medio de vida, en la producción y circulación de mercancías en el circuito del delito económico.
En este sentido, conviene asociar la evasión y elusión fiscal de las grandes transnacionales y la especulación financiera al delito que define el capitalismo contemporáneo. No solo se trata del fenómeno de la extensión de los paraísos fiscales, que el G20 viene considerando sin ningún resultado visible desde noviembre del 2008, sino de la emergencia del problema del endeudamiento público de los Estados y ya no solo de los atrasados o dependientes, sino de los principales países del capitalismo desarrollado. Entre ellos destaca EEUU con una deuda del 100% de su PBI, que en términos absolutos es la más grande del mundo, en las antípodas de la situación de 1945. Entonces, la situación de gran acreedor del mundo le permitió constituirse en potencia hegemónica del sistema mundial e imponer su moneda como equivalente universal. Es algo que ahora está en discusión, por Europa y crecientemente por China, con su tendencia a habilitar acuerdos de intercambios con monedas locales que sustituyen el monopolio del dólar en las relaciones económicas internacionales.
La litigiosidad en materia de deuda pública
En ese marco es que la posición de la Argentina llegó a la declaración final con el eufemismo de la litigiosidad, en alusión a las demandas de acreedores, los fondos buitres, que afectan procesos de renegociación de la deuda pública, tal como ocurre con la Argentina en la actualidad. El G20 instruyó a las autoridades económicas y monetarias, es decir, a sus Ministros de Economía y titulares de los bancos centrales de los países que integran el G20, para aportar recomendaciones sobre el asunto.
La preocupación trasciende a la economía de la Argentina y se proyecta en el nuevo fenómeno mundializado del crecimiento del endeudamiento público de los países. Es un problema derivado de la necesidad de sostener con estímulos financieros desde los Estados la crisis mundial. En rigor, mucho neoliberalismo y discurso crítico hacia la intervención estatal, con el objetivo de desarmar posiciones de los Estados nacionales en el sostenimiento de la función social desplegada desde los años 30 del siglo pasado, pero en concreto, una fortísima participación estatal para sostener a grandes empresas y bancos, aun con el impacto social regresivo en materia de pérdidas de empleos, salarios y disminución del gasto estatal en materia de seguridad social y derechos de la población en educación, salud o empleo.
Desde el gobierno de la Argentina se celebró la inclusión del tema por abonar en la iniciativa política internacional en la denuncia sobre la demanda de los fondos buitres y la sentencia de Juez Griesa de Nueva York que obliga a pagar a la Argentina el 100% de la deuda en litigio, mientras se gana tiempo para una eventual negociación a partir del cercano 2015, escapando a la cláusula de vencimiento a fin del 2014 que podría condicionar al país a ofrecer similares condiciones de pago al conjunto de los acreedores ingresados a los canjes de deuda del 2005 y del 2010.
Más allá de como termine la situación litigiosa, negociando o postergando la cuestión como problemas de una próxima administración gubernamental a partir de fines del 2015, la recomposición de reservas internacionales es una preocupación central de las autoridades económicas. En el transcurso de noviembre el stock de reservas pasó de 28.077 millones de dólares el 3/11 a 28.816 millones de dólares del 18/11 (último dato publicado por el BCRA al momento de la presente nota). Esa recomposición apunta a sostener un stock suficiente para hacer frente a los vencimientos de deuda y en la medida que resuelva el conflicto con los fondos buitres, reingresar al mercado financiero mundial para asumir nuevas deudas que apuntalen el ingreso de divisas y sostener un modelo económico que para funcionar requiere del ingreso sostenido de moneda externa, sea como inversiones externas o como préstamos.
La recomposición de reservas internacionales es principalmente derivada de la ejecución del segundo tramo del acuerdo swap de China y la Argentina por 500 millones de dólares. El primer tramo fue por 814 millones, sumando ya 1.314 millones de dólares pagaderos al año desde su ingreso al tesoro, con sus correspondientes intereses, los que se cancelan con recursos fiscales que compiten con usos alternativos como las compensaciones por pérdidas de ingresos ante la inflación que demandan los trabajadores activos y pasivos en este fin del año.
Vale considerar que Argentina recibió moneda China equivalente a esos millones de dólares, al tiempo que se depositaron pesos en China por ese monto. Ambos países usan la moneda local para cancelar operaciones de comercio mutuo, alejando al dólar de las transacciones. Un dato no menor es la creciente tendencia al déficit comercial de la Argentina respecto a China, cuyas exportaciones a nuestro país superan ampliamente a sus compras. De este modo, China ya no solo es un importante socio comercial, con saldo a favor, sino que es crecientemente un inversor externo en varios rubros, especialmente en infraestructura, equipos y tierras, adicionando ahora su carácter de prestamista.
Resulta una cuestión a estudiar relativa a la nueva dinámica de inserción internacional subordinada de la Argentina en el mercado mundial, y la reanudación de un ciclo de endeudamiento. Vuelve a perderse una oportunidad para suspender los pagos y auditar la deuda pública en la búsqueda de la independencia en un marco de una integración y un desarrollo autónomo del sistema capitalista. El mundo capitalista en crisis requiere de experiencias de otro orden, algunas de las cuales se procesan en Nuestramérica y que bien podría animar y potenciar la Argentina.

Buenos Aires, 23 de noviembre de 2014

¡El enemigo a vencer es el capitalismo!

En la Argentina, noviembre del 2015, ya estamos en proceso electoral hacia la renovación presidencial con las elecciones de octubre del 2015.
La prensa y los “opinólogos” remiten a la disputa por la administración central del capitalismo local. La discusión es si es mejor el kirchnerismo o la oposición sistémica, o sea, aquellos a los que no se les ocurre cambiar el modelo productivo y de desarrollo, y en todo caso, ofrecer una variante matizada de beneficiarios del orden económico.
Se disputa el gobierno del orden capitalista. En ninguno de los proyectos se piensa en ir más allá del capitalismo, lo que constituye un desafío para el movimiento popular y la izquierda en sus diferentes manifestaciones.
El kirchnerismo disputó y ganó consenso electoral y pretende organizarlo social y políticamente.
Es innegable que el kirchnerismo entre 2003 y 2014 promovió una política económica y social que le permitió disputar consenso social electoral, creciente en la sucesión de elecciones presidenciales del 2003 (22%), del 2007 (45%) y del 2011 (54%).
Una de las razones principales remiten al funcionamiento de la economía, a la recuperación del empleo y relativamente de los ingresos populares, convenciones colectivas de trabajo mediante; y también a una política de memoria sobre derechos humanos y de relacionamiento con la región latinoamericana en un tiempo de cambio político y crítica importante a la hegemonía del discurso neoliberal de los 90´.
Nunca hubo propuestas de rumbo de superación del orden capitalista, cuando mucho, críticas a las políticas hegemónicas en los 90´ (obviando propia participación protagónica) y convocatoria a un capitalismo serio o normal, el que se define por su capacidad de obtener ganancias, aplicarlas a la acumulación y sustentar la dominación del capital sobre los trabajadores, los recursos naturales y el conjunto de la sociedad.
Nadie espera resultados similares a los del 2011, y ni siquiera a los del 2007 para los próximos comicios de renovación presidencial en el 2015, y más bien, todos los pronósticos oscilan entre el primero y el segundo de los guarismos, rondando el 30%, lo que no es poco para constituirse en primera minoría electoral, con peso considerable en cargos legislativos y algunos ejecutivos, especialmente municipales, pero sobre todo en la conducción del conflicto social.
Resulta un dato interesante a los efectos de pensar en renovadas iniciativas de unidad de acción de los sectores subordinados en el escenario que se abrirá luego de la asunción de un probable opositor, e incluso de Scioli, candidato kirchnerista, en el nuevo turno presidencial entre 2015 y 2019.
El interrogante a pensar es cuál resulta la razón de la pérdida de votos en el último tramo del gobierno de Cristina Fernández, lo que remite principalmente a la economía, pero también se explica por el retorno de la represión y mecanismos que intervienen en el control social, sea la ley anti terrorista como otros procedimientos explícitos con fuerzas de seguridad en el control del conflicto social, junto a otras medidas que alejan de la propuesta gubernamental a los sectores medios, de endeble lealtad política electoral, demanda de divisas mediante. Pero también se explica en el corrimiento que supone la búsqueda de reconocimiento en el sistema mundial capitalista, con señales favorables al poder mundial más allá de ciertas contradicciones con EEUU a propósito de las demandas de los llamados fondos buitres, lo que sugiere el crecimiento de opciones de la izquierda política y social.
Lo económico ocupa cierta centralidad en la pérdida del consenso, y entre otras cuestiones destaca el impacto entre los sectores más empobrecidos que viven de ingresos fijos, salarios, jubilaciones o planes sociales, derivados de la convergencia de un incremento de precios de bienes y servicios de consumo cotidiano contra ingresos populares ajustados por debajo de la inflación. Es una causa evidente del descontento social por abajo. Al mismo tiempo, la continuidad de la impunidad empresarial mantiene elevado el nivel del empleo no regular en el 33,5% para mediados del 2014 según datos del INDEC, acumulando desconformidad entre los trabajadores y limitando las posibilidades del mercado interno y los intereses de sectores pequeños y medianos de la burguesía local que venden y apuestan al mercado local.
La inflación, el trabajo irregular, la baja de los ingresos populares, no solo los salarios, la precariedad y el mantenimiento de la ofensiva del capital sobre el trabajo genera una masa gigantesca y creciente de descontento que se manifiesta en conflictos sociales explícitos y en los últimos dos años en tres paros generales, convocados por la unidad en la acción de la CTA Autónoma y la CGT disidente, y a veces en soledad por la CTA, cuestión que se repetirá el próximo 20 de noviembre, nada menos que el día de la soberanía.
No resulta menor el tema de la inseguridad, donde se escamotea en su análisis el creciente carácter delictivo que asume el capitalismo, con la producción y la circulación de drogas, de armas y de personas, junto a la fuga de capitales, la evasión y elusión fiscal. El capitalismo normal de este Siglo XXI está indisolublemente ligado al delito. Alguien puede decir que siempre fue así y tendrá razón, pero el carácter que adquiere hoy es gigantesco y tiene sus responsables principales entre las clases dominantes y el poder de los principales Estados del capitalismo mundial, al que se asocian los Estados nacionales de aquellos países que intentan pertenecer, entre ellos, el caso de la Argentina.
El capitalismo delictivo es una forma de explotación que ofrece mejores salarios a los “trabajadores” involucrados en el sistema del delito que a aquellos explotados en las formas regulares del orden capitalista, la producción y circulación de bienes y servicios que se ofrecen para satisfacer necesidades reales o no de la población. La inseguridad asociada al delito crece en el país y en el mundo, y esas mafias organizadas tienen contacto con el sistema institucional, trasponiendo turnos de gobiernos y constituyéndose en un fenómeno estructural que dificulta la capacidad de constituir alternativa entre los trabajadores y los sectores populares.
La lucha contra el capitalismo es también una cuestión de soberanía, ya que el narcotráfico, la comercialización de armas, o de personas, la especulación financiera y económica está dirigida por redes globales en tiempos de transnacionalización del capital. No puede pensarse en una red de tráfico de drogas, de armas o de personas, de circulación del capital, sin la complicidad de los grandes bancos  entidades financieras del sistema mundial.
Beneficiarios de la política económica y la disputa del gobierno por diferentes fracciones de las clases dominantes
Precisamente a propósito de la soberanía, o si se quiere, a la falta de soberanía, es que pueden identificarse los mayores beneficiarios de la política económica luego de la convertibilidad, lo que involucra a los gobiernos de Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y dos periodos de Cristina Fernández, claro que con matices, pese a su origen en el Partido Justicialista, el PJ.
Consideramos al puntano, pues sin la declaración de cesación de pagos del 2001 no hay posibilidad de liberación de importantes recursos públicos para atender otras demandas del proceso de recuperación económica iniciado a mediados del 2002. Del mismo modo, es Duhalde y su devaluación en enero del 2002 el que otorga la condición de posibilidad para la competitividad de la producción local, y con ello la promoción de la producción y las exportaciones locales, claro que asociado a la coyuntura mundial de precios en alza de las “comodities”, entre ellas y principalmente de la soja, aunque antes de la insuficiencia energética, también válido para las exportaciones de petróleo y gas.
La revolución productiva, propuesta electoral de Duhalde en 1999 se materializa con la ruptura de la paridad en 1 de la divisa estadounidense con la moneda local. Los que demandaban esa medida eran los grandes dueños de la producción local, las corporaciones transnacionales y los grandes grupos económicos que nutren la Encuesta de Grandes Empresas en la Argentina. A ellos debe sumarse la banca privada extranjera y local, mayoritaria en el sistema financiero y principal actividad a la hora de explicar las mayores ganancias de los últimos años, cuando habían sido principales exponentes de la crisis en el 2001.
Si los beneficiarios de la convertibilidad entre 1991 y 2001 eran las empresas privatizadas de servicios públicos, los acreedores de la deuda pública y las grandes empresas transnacionales, a la salida de la convertibilidad ganaron presencia y liderazgo el sector industrial y agrario, especialmente aquellos asociados al comercio exterior.
En un sentido accesorio y subordinado, se beneficiaron sectores pequeños y medianos de la economía local, vía mejoras en el funcionamiento del mercado interno. Así, fueron incluidos como beneficiarios en la apropiación de la renta socialmente producida en el país, algo que se pone en discusión con la desaceleración entre 2012 y la actualidad, como con la merma de la capacidad de consumo de la mayoría de la población.
Fue base de disputa del consenso entre los llamados sectores medios que ahora se corren y buscan nuevas representaciones, aun cuando su situación mejoró notablemente respecto de los años 90´, los de la convertibilidad, la desindustrialización y de la dominación de la importación. Es cierto que son sectores de corta memoria y solo buscan el rédito inmediato, y en esta coyuntura pretenden mantener volúmenes de ingresos de renta del periodo de ascenso del nivel de actividad y de sus recursos. Si eso puede lograrse cambiando el gobierno cambian su voto sin problema, aunque nadie les asegure que eso pueda ocurrir. Existe una identidad ideológica que solo se rinde ante la realidad de ganancias efectivas de estos sectores medios, oscilantes en la adhesión a cualquier proyecto que no atienda directamente sus intereses.
Conviene señalar que el modelo productivo y de desarrollo surgido luego del 2001 está sustentado en la institucionalidad económica y política gestada desde 1975/76, es decir, la última parte del gobierno peronista de María Estela Martínez de Perón (junio del 76 a marzo 76) y especialmente la dictadura (marzo del 76 a diciembre del 83), que abrió las puertas a una mayor inserción subordinada de la Argentina a la división internacional del trabajo en el orden capitalista. Calro que en los 90´, el proceso se consolidó, con buena parte de sectores que hoy militan la posición oficial del kirchnerismo en el gobierno.
La pueblada del 2001 puso fin al ciclo de ofensiva capitalista iniciado en 1975. Fue producto de la acumulación de poder de innumerables luchas del pueblo contra el “rodrigazo” en junio del 75; la dictadura y los planes en los 70´ y 80´, posteriormente ejecutados en los 90´ con las privatizaciones, y diversos mecanismos de subordinación al capitalismo hegemónico, transnacional, vía endeudamiento, apertura económica y sumisión a condiciones contractuales a tribunales externos y a la lógica de la ganancia de los grandes capitales de la producción y la especulación. En la resistencia se gestó el poder popular para frenar la lógica del saqueo y el hartazgo de la población, pero sin identificar que el problema era el orden capitalista.
Ese límite en la lucha popular facilitó la tarea de reorganización del poder en torno al kirchnerismo. Vengo a “recuperar el capitalismo nacional” dijo explícitamente Kirchner en 2003 cuando asumió y pronunció su discurso de inicio de gestión. Es una perspectiva buscada desde la recuperación económica, especialmente del mercado interno, en rigor, con la difusión del consumo, lo que aceitó las condiciones para otorgarle al kirchnerismo el consenso electoral creciente para la administración del capitalismo local hasta el 2011/13 y ahora puesto en discusión. El proceso posterior es crítico para el gobierno, porque cambiaron las condiciones de posibilidad del consenso. La economía dejó de acompañar y se manifiesta en pérdidas de reservas internacionales desde los 52.000 millones de dólares acumulados hacia el 2011, para llegar a los 28.000 millones actuales; la escalada de la inflación a valores cercanos al 40% anual, aun cambiando la metodología de medición del INDEC. Esta sigue siendo una institución no confiable, denunciada principalmente por sus trabajadores, los que denuncian regularmente el escándalo de la manipulación estadística, que impide rigurosos análisis.
Las clases dominantes que se vieron favorecidas en el ciclo ascendente y siempre desconfiaron del discurso por los derechos humanos o las alianzas en la región, especialmente con Venezuela y Cuba, iniciaron acciones ideológicas, políticas y económicas para el logro de una nueva devaluación, lo que lograron en enero del 2014 y ahora van por otra devaluación, antes de finalizado el mandato de Cristina Fernández o inmediatamente luego del cambio de gobierno. Las devaluaciones siempre perjudican a los perceptores de ingresos fijos, trabajadores activos o pasivos, perceptores de jubilaciones, pensiones o planes sociales. La devaluación del 2002 no se notó lo suficiente por la elevada tasa de pobreza, indigencia y desempleo, asociada a bajísimos salarios. Desde ese momento se tomó más en cuenta la recuperación de ingresos vía una política social que se masificó por diferentes programas, sobre la base del planteo que sustentó la CTA y el Frente contra la pobreza durante los años previos a la pueblada del 2001. Remitimos al seguro de empleo y formación para jefes y jefas de hogar desocupados, a la asignación para menores y los ingresos previsionales para todos los mayores de 65 años, algo que se ejecutó con deformación por los distintos gobiernos desde Duhalde hasta el presente.
Los planes sociales actuales, aun con deformación, son producto del programa de lucha que instaló la CTA en los años 90 y constituyen un triunfo de la lucha popular. Las posteriores devaluaciones, sucesivas desde el 2002, del 1,4 a 1 hasta el 8,5 actual, especialmente la modificación del tipo de cambio de enero del 2014, afectó la capacidad de compra del salario y los ingresos fijos de los sectores populares, con lo cual, toda salida vía devaluación luego del auge y recuperación del 2002 al presente es considerada como un ataque directo a los ingresos populares.
Iniciativas políticas contrapuestas definen el momento actual de la lucha de clases en la Argentina
La lucha de clases hoy se expresa en la iniciativa de las clases dominantes por la devaluación para hacer competitivas a las empresas que producen en el país, sea para el mercado interno o el mercado mundial, y en ese marco disputan la renta con acreedores externos, especialmente los fondos buitres, que pretenden una parte mayor de esa misma renta. El 2015 es escenario probable de negociación y acuerdo con estos buitres, restando capacidad de gasto en otras demandas de los trabajadores y sectores populares.
Es una disputa de todos contra todos en el seno de las clases dominantes y por eso los matices son mínimos entre el gobierno que retoma la agenda económica por derecha, cancelando a Repsol una indemnización con más deuda pública; pagando las sentencias del CIADI con deuda; acordando con el Club de París del mismo modo. Son todas medidas que cualquiera de la oposición sistémica hubiera realizado de ser gobierno, sea el PRO de Macri, el Peronismo Renovador de Massa, el mismo Scioli dentro o fuera del kirchnerismo y claro, los radicales en UNEN y otras variantes en su seno. La discusión sobre la sentencia de EEUU y los fondos buitres se dirime en la oportunidad, el cómo y el cuanto de la negociación y cancelación. Muy alejada de la posición sustentada desde distintos ámbitos del movimiento popular por la suspensión de los pagos de la deuda y la constitución de una auditoria con participación popular para deslindar deuda legítima de ilegitima, ilegal e incluso odiosa.
La agenda asumida por el gobierno desde las elecciones del 2011 (sintonía fina insuficientemente ejecutada) y más precisamente, luego del resultado electoral negativo del 2013, se acerca a las propuestas de los principales referentes de la oposición política y las demandas de las clases dominantes.
Por eso interesa la iniciativa de la clase obrera y el conjunto de los sectores populares para enfrentar en la lucha de clases contemporánea la iniciativa hegemónica de los que dominan y gobiernan. Resulta imprescindible extender el conflicto social, algo que está claro en la CTA Autónoma y variadas expresiones políticas del movimiento obrero en fábricas y empresas, como en los territorios de la precariedad, lideradas por la izquierda política y un activismo militante que en la experiencia consolida una propuesta clasista, anticapitalista y antiimperialista, crecientemente anti patriarcal y contra el racismo. Estas son las bases de un programa necesario, alternativo a la propuesta gubernamental y de la oposición sistémica.
La forma para hacerlo realidad supone una gran articulación de propuestas políticas en la lucha cotidiana, que incluyen el momento electoral, con algunas candidaturas lanzadas e incluso ámbitos del movimiento popular que mantienen una posición distante del proceso electoral. Una propuesta articulada de sectores populares que se reconocen en el clasismo, el anticapitalismo, antiimperialismo, el anticolonialismo, en la lucha contra el racismo y el patriarcado, necesitan expresarse unidos en la perspectiva electoral del 2015 y constituir una base para disputar consenso social en una prédica contra el orden del capital, esencia de nuestros problemas.
Es en esas condiciones que Argentina puede sumar su experiencia a otras que en la región y en el mundo aspiran a la lucha por la emancipación social y el socialismo.

Buenos Aires, 16 de noviembre de 2014