La recesión y la inflación no son una sensación

Las estadísticas oficiales dan cuenta de la insatisfacción social mayoritaria producto de la recesión y la inflación.
El INDEC acaba de informar que “la actividad industrial de junio de 2016 presenta una caída de 6,4% con respecto al mismo mes del año 2015” y que “En el primer semestre del año 2016 con respecto a igual acumulado del año anterior, la producción manufacturera muestra una disminución del 3,3%.”[1]
Preocupa el tema ya que la recuperación económica y del empleo luego de la recesión 1998-2002 tuvo epicentro en el sector industrial, por lo menos hasta el 2007 y luego en el 2008/09 la recesión fue convergente con la situación mundial de crisis. Entre 2010 y 2012 hubo relativa recuperación y luego un proceso creciente de desaceleración, ahora transformado en recesión.
Las proyecciones del organismo hacia el trimestre en curso, julio a septiembre, no son muy alentadoras según consultas a los empresarios involucrados en la actividad industrial, anticipando una opinión mayoritaria al sostenimiento de los indicadores actuales. Esa consulta confirma las previsiones de organismos internacionales que anticipan un año recesivo para la economía argentina, con impacto socialmente negativo en materia de empleo.
En ese sentido, el Ministerio de Trabajo informa de la pérdida de casi 60.000 empleos a mayo del presente año, donde casi 10.000 son de la actividad económica en el campo, precisamente el único sector que presenta indicadores contra cíclicos en la macroeconomía, lo que no significa que a todos los productores del sector los beneficie.
Vale comentar las críticas por la situación económica de los productores de fruta, de lácteos o de variados cultivos tradicionales, que soportan la situación de manera diferenciada de los sectores hegemónicos, especialmente la soja.
Es algo que se verifica en el ámbito agroindustrial, ya que en materia de industria alimenticia el mayor déficit lo presenta la industria láctea con una caída (–22,3) muy importante respecto del mismo mes del año anterior e importante para el semestre (–14,0); mientras que para molienda de cereales y oleaginosas, la comparación con el mes del año anterior es también negativa (– 7,4), pero positiva en el acumulado del primer semestre (16,2).
Entre los rubros que más impacta la recesión está la construcción y la emblemática industria automotriz.
La industria del cemento acumula una caída (-14) para el primer semestre respecto del mismo periodo del año anterior.
Para la industria del automotor los indicadores señalan una caída en comparación con mayo del año pasado (–21,6) y sostenida para este primer semestre del 2016 (–13,7) respecto del mismo periodo del 2015.
Los datos se completan con caídas de las industrias metálicas básicas (-12,4%), la metalmecánica excluida la industria automotriz (-4,8%), la industria del tabaco (-4,1%), la refinación del petróleo (-3,8%), los productos minerales no metálicos (-3,5%), la industria química (-0,9%) y la industria alimenticia (-0,4%).
Quienes crecen para la misma comparación temporal son la industria textil (10,2%), los productos de caucho y plástico (3,8%), la industria de papel y cartón (2,8%) y la edición e impresión (0,4%).
Son datos que explican la caída del empleo, que más allá de los datos del INDEC, involucran cifras muy superiores y que convalidan suspensiones como la reciente anunciada por ACINDAR y otras empresas del complejo siderometalúrgico.
Cruda realidad de ajuste
El cuadro presentado muestra la cruda realidad del ajuste. La política económica del gobierno Macri está dando sus frutos en materia de recesión, ya que el enfriamiento de la economía es producto de una concepción deliberada que se sustenta para confrontar con la inflación.
Por ese camino se abrieron las puertas a las importaciones y junto al crecimiento de los problemas del comercio exterior y una tendencia creciente hacia el déficit, lo que se hace es la promoción de la producción externa, muy lejos del estímulo a un proceso de radicación de inversiones en la Argentina.
Las falencias fiscales derivadas de la recesión, verificadas en la menor recaudación, inducen mayor ajuste en el gasto público, ralentización del ritmo de las inversiones públicas y agrava la ausencia de inversiones privadas o del Estado en la perspectiva de activar el orden económico. Es grave el mantenimiento estructural del déficit fiscal que renueva las condiciones para profundizar el endeudamiento público del país como solución a corto plazo e hipoteca las finanzas públicas en el mediano y en el largo plazo.
Hay quienes insisten en que el gobierno necesita más tiempo para mostrar resultados que satisfagan las expectativas sembradas desde la lógica de Cambiemos. La cruda realidad devuelve el conflicto creciente, evidente en el caso de la protesta contra el aumento de las tarifas y en ebullición la demanda por un paro nacional que impulsen las centrales sindicales.
Más allá de las protestas en curso o las que se generen, lo que hace falta es profundizar un debate sobre la realidad económica, política y social y la imposibilidad de soluciones para la mayoría social sin cambios estructurales que confronten con el poder económico local y mundial,
Buenos Aires, 29 de julio de 2016



[1] INDEC. Estimador Mensual Industrial (EMI). En: http://www.indec.gov.ar/uploads/informesdeprensa/emi_07_16.pdf (consultado el 29/07/2016)

Pronósticos reservados para la evolución económica

La información actualizada que ofrece el FMI es un llamado de alerta sobre la evolución de la Economía Mundial.
El resultado del plebiscito británico para salir de la Unión Europea, el BREXIT, le agregó “incertidumbre” a la economía mundial, dice el FMI en la revisión a la baja de las proyecciones de evolución económica del sistema mundial.[1]
Destaca el informe que el principal impacto estará en Gran Bretaña y Europa pero también en las principales potencias del capitalismo mundial y como novedad, en los llamados países “emergentes”.
Estos países “emergentes”, durante un buen tiempo luego de estallada la crisis mundial capitalista en 2007/08 fueron receptores de los flujos internacionales de capital y por lo tanto aparecían “por afuera de la crisis”. El espejismo del crecimiento económico en estos países inducía opiniones erróneas sobre la territorialidad de la crisis.
Los nuevos datos derivados de la caída de los precios de las commodities, entre otras cuestiones, morigeran el crecimiento y en algunos casos se procesa la recesión (Brasil caerá 3,3% este año), contribuyendo al deterioro de los indicadores económicos regionales y globales.
Respecto de América Latina se asume una leve mejoría en el marco de una tónica de escepticismo sobre el futuro inmediato, con una opinión satisfactoria sobre el restablecimiento de una lógica pro mercado y liberalización, especialmente derivada de la situación en Argentina.
“En Argentina, la transición a un marco de política macroeconómica más coherente y creíble sigue avanzando, y debería afianzar las perspectivas de crecimiento a mediano plazo, aunque el impacto adverso en la actividad a corto plazo ha sido mayor de lo previsto. El ajuste de los precios relativos en el primer semestre de 2016 —tras la depreciación del tipo de cambio y el alza de las tarifas de los servicios públicos— ha acelerado la inflación y perjudicado el consumo privado. Ahora la actividad económica probablemente empezará a recuperarse hacia finales de 2016, a medida que la inflación se modere gradualmente, que se estimule el gasto y que se reduzcan las tasas de interés. Se prevé que la orientación más acomodaticia de las políticas monetaria y fiscal promueva el crecimiento en 2017, pero que complique el cumplimiento de las metas fiscales y de inflación anunciadas este año”.[2]
La Revista The Economist destaca el programa pro mercado del gobierno Macri, al tiempo que llama la atención sobre la recesión, coincidiendo con la proyección del FMI de una caída del 1,5% del PBI de Argentina para este 2016. El punto de partida de la evaluación ponderada es la modificación cambiaria, la eliminación de las restricciones a la compra venta de divisas, el acuerdo con los acreedores externos y la eliminación o reducción de las retenciones. Son esos los puntos de coincidencia de la Revista británica y el organismo internacional. Ambos llaman la atención sobre la inflación inducida bajo la nueva política económica y especialmente el conflicto social a ello vinculado.
El lenguaje de los analistas remite a formulaciones técnicas, pero la realidad de la protesta interviene en la consideración de la realidad económica y política de la Argentina.
La preocupación de las clases dominantes se asienta en el paro nacional de fines de abril y su probable recreación en el corto plazo; más aún con el clima social contra el tarifazo y el ajuste en general, que involucra a sectores medios.
Desde el poder son conscientes que el conflicto ahuyenta inversores externos que buscan “seguridad jurídica” en sus inversiones, con retornos asegurados en tiempos de incertidumbre mundial.
Resuena el interrogante entre empresarios e inversores locales y externos sobre la posibilidad del oficialismo para contener el conflicto y disciplinar a la sociedad. El protocolo de seguridad no funcionó, mucho menos si la protesta es masiva, por lo que se ensayan otras formas para la represión o el control del conflicto, especialmente con el chantaje económico exacerbado ante las restricciones de un ingreso popular disminuido.
El gobierno acelera la reinstalación de la Argentina en la liberalización de la economía mundial, precisamente cuando la globalización capitalista está cuestionada, no solo por el voto británico. El problema político es la acumulación por derecha de esta crítica, expresión manifestada por Donald Trump en EEUU, lo que exige construir una perspectiva crítica desde los pueblos para la emancipación.
Buenos Aires, 22 de julio de 2016



[2] http://blog-dialogoafondo.org/?p=6677 Nota de Alejandro Werner sobre las perspectivas de América Latina, del 20/07/2016. (visto el 22/07/16)

Inflación, recaudación y ajuste

Pasados siete meses del gobierno Macri se verifica la suba de precios y una inflación que asciende por encima de la capacidad recaudadora del Estado, agravando el déficit fiscal y promoviendo un mayor ajuste que se descarga sobre la población de menores ingresos.
La lógica es el descontento social extendido y por eso las movilizaciones, antes contra los despidos y suspensiones (que continúan), y ahora contra el incremento de tarifas, que escalaron esta semana en un “ruidazo” en diferentes ciudades de todo el país. Como siempre, se adujeron motivaciones políticas a la movida, y realmente la tiene, ya que toda manifestación pública es política. La movilización expresa la voluntad de una parte de la población, lo mismo que algunos otros opinan, también políticamente, que hay que esperar a que la política oficial fructifique.
En este sentido bien vale recorrer la historia cercana de la inflación, ya que si el INDEC falseaba las cifras y señalaba para mayo del 2015 una evolución de precios del 1%, el promedio de las mediciones particulares indicaban un 2,1%, un indicador que busca ansiosamente el gobierno para cumplir con su imposible objetivo del 25% establecido para este 2016 y que ahora señala un 17% para el 2017.
Insistamos, el objetivo de evolución de los precios del gobierno Macri coincide con la inflación medida por las consultoras a mayo del año pasado, confirmando que no resuelve los problemas que denunciaba en su momento con el escamoteo de datos del INDEC. Resulta que iban a combatir la inflación del 2% mensual que ellos medían y ahora buscan contener la inflación en 2% como el ideal para este año.
El diagnóstico ortodoxo gubernamental culpabiliza el ascenso de los precios a la emisión monetaria y por eso provocó desde el BCRA una dura política de restricción monetaria. Subió la tasa de interés pagadas en Letras del Banco Central, LEBAC a 35 días, ahora al 30%, con picos en este tiempo del 38%, encareciendo el crédito, promoviendo la especulación con títulos y compitiendo con el tipo de cambio que está contenido en torno a los 15 pesos por dólar luego de la devaluación de diciembre 2015.
La hipótesis del gobierno era que los precios habían escalado a noviembre del 2015 con la referencia del dólar paralelo, blue o ilegal a 15 pesos por un dólar, con lo cual, el “sinceramiento” que imaginaban con la devaluación no se trasladaría a precios.
¿Qué ocurrió? La realidad nos demuestra subas de precios desde diciembre del 2015 de 5,2%, según las consultoras privadas (el INDEC había dejado de informar), y una continuidad inflacionaria desde entonces, que osciló entre 3,15% y 4,95%.
Ahora, con mediciones oficiales del INDEC los datos señalan un 4,2% para mayo y 3,1% para Junio, que promueve una inflación para todo el año superior al 40%. De continuar esta tendencia a la baja de los precios, resultado de la recesión y el ajuste provocado por el gobierno Macri, llegaríamos al objetivo del 2% mensual.
Enfaticemos que se trata de un objetivo que es similar al punto de partida de la inflación criticada hacia mayo del pasado año. De hecho, hemos vuelto al punto de partida pero agravando la situación recesiva y deteriorando la capacidad adquisitiva de la mayoría de la población y encima, vuelven a escucharse voces de atraso cambiario, ya que la inflación de precios se habría comido la devaluación de diciembre.
Recaudación y papel del Estado
El impacto de las medidas de política económica del gobierno es lesivo para la recaudación fiscal.
Los datos de la AFIP dicen que la recaudación del último mes creció un 27,5% respecto del mismo mes del pasado año, pero el problema es que la inflación anualizada alcanza al 45,7% y por lo tanto, se verifica una merma de los recursos fiscales para atender las necesidades presupuestarias.
Ante la situación fiscal resultante, la lógica oficialista es el ajuste, condicionado por obligaciones que jamás son puestas en duda, caso de las cancelaciones de los compromisos de deuda. La deuda con la sociedad crece mientras se cancela la contraída, sin investigaciones, con los acreedores externos.
Desde la oposición política, el actual gobierno sostenía que había que bajar la presión fiscal vía eliminación de las retenciones y al mismo tiempo terminar con los subsidios a las tarifas. La ejecución sin anestesia de ese programa culmina en el desfinanciamiento del Estado actual y un desorden descomunal en materia de tarifas, que por ahora escamotea el tema de fondo que es el modelo energético de privatización construido desde los años 90´.
El fenómeno que dispara las movilizaciones contra el tarifazo es la imposibilidad de pagar de gran parte de la población, cuyos ingresos han sido afectados por la política económica en curso, pero no incluye, salvo excepciones una discusión a fondo sobre la política energética necesaria.
La concepción prevalente desde los 90´ es la mercantilización de la energía y por eso la continuidad de operadores foráneos, con subsidios estatales o sin ellos, y un Estado favoreciendo vía regulaciones y ausencias de control sobre régimen de inversión u otros compromisos de las empresas, o con subsidios, o compras amañadas como hoy se denuncian respecto de la adquisición de Gas a Shell vía Chile.
Para superar la concepción mercantil sobre la energía, se necesita generar conciencia sobre el “derecho a la energía”, lo que supone una disputa más allá de las tarifas y asociada a la lucha por la des-mercantilización de la economía, lo que supone una perspectiva de acumulación de poder popular para construir otra política, con otros beneficiarios.
Como vemos, no se trata de hacer participar al Estado o al Mercado, sino que en tanto relaciones sociales expresadas por ambas categorías, lo que interesa es al servicio de quién y para qué proyecto interviene el Estado.
En definitiva, el Estado capitalista promueve el Mercado capitalista. Por eso tiene que pensarse y construirse un rumbo transicional para superar al capitalismo, sin lo cual, el debate Estado versus Mercado no tiene sentido, ya que se elude la cuestión de fondo que define el orden económico, social, político y cultural del régimen del capital..
En síntesis
La solución ofrecida era devaluación, quita de retenciones, de subsidios y que el mercado reordene.
Todo indica que vuelven las presiones para otra devaluación y el BCRA se preocupa que el tipo de cambio no se retrase más, con lo cual hacen lo que criticaban: interviene el Estado en el mercado.
Con la eliminación o disminución de retenciones se produjo una gigantesca transferencia de ingresos a grandes empresarios productores y exportadores, del agro, la minería y la industria, en desmedro del conjunto social.
Al eliminar subsidios y trasladarlos a precios generaron protestas que llegaron a la justicia y habilita un tiempo de tensiones y disputas para satisfacer la demanda de las empresas por precios que aseguren alta rentabilidad, o de los usuarios que deberán radicalizar sus protestas y demandas para intervenir en la discusión sobre el modelo energético.
Las respuestas propagandísticas del PRO y CAMBIEMOS en campaña electoral, y ahora en el gobierno, no resultan soluciones para la sociedad y solo satisfacen la aspiración de ganancias de sectores hegemónicos del capitalismo local.
El problema a desentrañar es precisamente el orden capitalista y por eso, para que la política popular pueda tener éxito requiere de luchas con perspectivas más allá del orden capitalista. Todo un desafío para la sociedad y el movimiento popular.

Buenos Aires, 16 de julio de 2016

Macri profundiza la dependencia y la inserción subordinada en el bicentenario

A 200 años de la declaración de la independencia asumida en Tucumán el 9 de julio de 1816, que hoy se conmemora con vocingleros “Viva la Patria”, debe consignarse que la “independencia” sigue siendo en la Argentina un objetivo pendiente.
No importa lo que se dice, sino lo que se hace y por años en la Argentina se celebra la fecha “patria” escamoteando la relación de dependencia y subordinación al orden capitalista mundial.
Tanto la revolución de mayo de 1810 como la celebración independentista en Tucumán de 1816 pretendían insertar a la nueva Nación en curso de formación al ritmo del desarrollo capitalista de la economía mundial, lo que puede traducirse en la lucha por el libre comercio para el Río de la Plata, contra las restricciones que suponía la dependencia colonial de la corona española.
El libre comercio expresaba la naciente fuerza de la producción capitalista y la disputa entre las viejas naciones hegemónicas, Inglaterra y Francia; y las nuevas emergentes de época: Alemania y EEUU. Insertar a la Argentina en el libre comercio fue el programa de 1810 y 1816, insistamos, contra las restricciones del régimen colonial.
La gesta por la independencia confrontaba con el régimen colonial y pregonaba la inserción en el régimen económico mundial, el libre cambio y el desarrollo capitalista. Ello imponía la necesaria conformación de la dualidad social necesaria de las relaciones de explotación, lo que hoy podemos explicar con la impresionante inmigración que dio lugar a la conformación del proletariado en la Argentina, pero también a la radicación de capitales externos que delineó la hegemonía del régimen capitalista local.
Sin trabajadores e inversores capitalistas no existía la posibilidad del desarrollo de las relaciones capitalistas de producción. El programa de 1810 y de 1816 habilitó ese proceso y por eso también, en la tradición cultural local no se contempla, en términos generales, las demandas de los pueblos indígenas originarios, no contenidos por el sujeto independentista a comienzos del Siglo XIX y mucho menos por el programa relativo al modelo productivo y de desarrollo.
Centenario de 1916
La Argentina celebró el centenario con restricciones políticas (estado de sitio) y auge económico de las clases dominantes de época: la oligarquía terrateniente y el gran capital externo asentado en el agro y la exportación, la infraestructura, especialmente ferrocarriles y en la banca, canal del viejo y sempiterno endeudamiento público de la Argentina.
Fueron las protestas sociales, obreras, las que dieron la nota de un capitalismo pujante, con crecimiento económico y conflicto social evidente en un marco de proyecto de desarrollo inspirado en un imaginario de inserción exitosa en el mercado mundial capitalista. De allí surge la imagen de Argentina potencia, proveedora de alimentos al mundo: carne y trigo principalmente.
Ese mismo 1916, Lenin, el revolucionario ruso escribió uno de sus folletos más discutido aún en el presente: “El imperialismo, etapa superior del capitalismo”, donde daba cuenta de las transformaciones económicas en el capitalismo mundial, desde el libre comercio estudiado por Marx al monopolio, y de la dominación del capital industrial al financiero, entendido éste como la fusión del capital industrial y el bancario.
Vale destacar que en ese análisis, Lenin resalta el carácter dependiente de la Argentina, señalando respecto de la “política colonial en la época del imperialismo capitalista”, que  además de países que poseen colonias y las colonias propiamente dichas, también “es característico de la época, las formas variadas de países dependientes que, desde un punto de vista formal, son políticamente independientes, pero que en realidad se hallan envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomática”. Enfatiza la opinión, señalando que un ejemplo “lo proporciona la Argentina”.
Para el centenario de la independencia política ya están sentadas las bases de la industrialización dependiente que consolida el régimen de inserción subordinada a la lógica capitalista mundial, entonces hegemonizada por Inglaterra.
El Pacto Roca-Runciman, suscripto en mayo de 1933 por Julio Argentino Roca (hijo), vicepresidente de la Argentina y Walter Runciman, encargado de negocios británicos, será el último intento para sustentar esa forma de inserción subordinada a Inglaterra, para pasar a construir una nueva relación de inserción internacional, ahora bajo la hegemonía imperialista que se definirá por EEUU a la salida de la crisis mundial del 30´, en rigor, el proceso mediado entre las guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945).
Inmediatamente a la celebración del centenario comienza otra etapa de inserción subordinada, con la presencia creciente de los capitales estadounidenses y alemanes, entre otros, y con ello el aliciente para una extendida burguesía local que asociará sus actividades a la nueva hegemonía capitalista y a la expansión del mercado interno que proporcionó la inmensa inmigración entre mediados del siglo XIX y comienzos del XX.
El capitalismo local había madurado y presentaba la conflictividad de la lucha de clases que empujaba iniciativas políticas de confrontación para definir el tipo de desarrollo pretendido para el país. Disputas políticas para el desarrollo capitalista y otras para intentar superar el orden social en una lógica global que incluía al socialismo como alternativa al capitalismo desde 1917 y como bloque luego de 1945.
Bicentenario del 2016
Si el centenario está atravesado por el proceso de crisis mundial del 30´, proceso que abarca desde 1914 a 1945; el bicentenario está cruzado por la crisis mundial de fines de los 60´ y mediados de los 70´, junto a la actual, evidenciada desde 2007/08.
Es interesante destacar que el argumento o discurso de las clases dominantes, retoma el planteo originario de 1816 por el libre comercio, el libre cambio y la libre competencia, claro que ahora en la época imperialista desde comienzos del Siglo XX y la mundialización operada por las transnacionales desde la crisis de fines de los 60´ y comienzos de los 70´.
La liberalización de la economía mundial es programa del capital hegemónico mundial que sustentan los principales Estados del capitalismo mundial contemporáneo, y que con ellos organizan una superestructura jurídica de la mundialización para sustentar los derechos y seguridad de los grandes inversores del capitalismo mundial.
Aquí está la convergencia del proyecto del gobierno de Macri con el orden mundial para desactivar cualquier pretensión de inserción internacional alternativa, como los intentos formulados en años recientes derivados del cambio político manifestado a comienzos del Siglo XXI en Nuestramérica.
En rigor, el gobierno de Macri se asienta en la cuestión objetiva del modelo productivo y de desarrollo construido desde los 90´, con sojización y mega minería a cielo abierto bajo dominación de transnacionales de la alimentación, la biotecnología y la minería; con estímulo a la producción y exportación de hidrocarburos no convencionales, subordinada a la tecnología de la fractura hidráulica o fracking; con una industrialización de armaduría sustentada en importaciones de partes y dependencia tecnológica, incluso ahora alentando la importación y desarticulando industrias asentadas en las economía regionales; financiada por un endeudamiento deliberado e inserción en la lógica criminal del capitalismo contemporáneo, con especulación financiera, tráfico de drogas, armas y trata de personas.
El sentido de la Patria
Macri cerró el acto del bicentenario con un “viva la patria”, lo que pone en discusión a la patria, al sujeto social y político que construye el concepto y con él, que programa para el modelo productivo y de desarrollo, que inserción internacional, y en definitiva, si se está por resolver la independencia en sentido integral, pero conteniendo en su propuesta el rescate de las diversas luchas y reivindicaciones de los pueblos a través de la historia.
En un sentido plurinacional y de diversidad, la lucha por la independencia es anticolonial, anti-patriarcado, anticapitalista, antiimperialista y contra toda discriminación y formas de racismo, asociada a la búsqueda de una integración regional y mundial que promueva un desarrollo armonioso entre la sociedad y la naturaleza.
La disputa y el conflicto están presentes en este bicentenario, pero no solo contra el gobierno de Macri y su proyecto de subordinación a la liberalización, sino contra y más allá del régimen del capital.
Por eso no alcanza con la defensa de derechos, sino que se requiere ir más allá. El camino es por ejemplo, la protesta contra el tarifazo, caso que motiva las disposiciones judiciales contra los aumentos del gas y también en la electricidad; pero se requiere conciencia social contra la privatización de la energía y su mercantilización; para defender el derecho a la energía y un programa de soberanía energética. Lo mismo podemos afirmar con el derecho a la alimentación y por ende sustentar un programa de soberanía alimentaria, o de soberanía financiera y discutir el régimen tributario y financiero para organizar la promoción alternativa de los recursos públicos y privados.
No es solo discutir el papel del Estado, sino el carácter del Estado, al servicio de quién o el para qué del Estado. Se trata de definir un Estado para la transición social, económica, política y cultural, para afirmar una independencia integral.
El bicentenario puede favorecer un debate de ideas sobre el orden económico, social, político y cultural actual y el necesario en perspectiva de emancipación social.

Buenos Aires, 9 de julio de 2016

Argentina en oferta para inversores y especuladores

Las cuentas de la economía en la Argentina no cierran, con caída de la producción y el consumo; sin inversiones y un horizonte de devaluación recreada en estos días con dólar en alza, lo que salva a especuladores y grandes productores y exportadores, especialmente del agro. La mayoría de la población afectada y sin horizonte de mejora en el corto plazo.
Ese es el marco del ofrecimiento de Macri y su gobierno para atraer divisas a la Argentina, Esta semana se tomó deuda externa, pese a la promesa de no tomar nueva deuda, con el argumento de mejorar los plazos y términos financieros del endeudamiento. Resulta preocupante el crecimiento de la deuda de la Nación y las provincias, hipotecando a futuro los recursos fiscales.
La oferta de la Argentina como territorio para inversores internacionales se renovó en estas horas en la Cumbre de la Alianza del Pacífico, en Chile, donde Macri inauguró el estatus de país “observador”, con toda la intención de integrarse a corto plazo a ese club de la liberalización de los capitales, paso intermedio para integrarse al Tratado Transpacífico (TPP). El TPP es un acuerdo que empuja EEUU como forma de aislar a China, de crecientes relaciones con los países de la región, y al mismo tiempo retomar la agenda del ALCA que fuera abortada en 2005.
Muchos se interrogan sobre los beneficios y perjuicios de la integración de Argentina a la Alianza del Pacífico. En ese sentido vale decir que todo proyecto de libre comercio tiene como beneficiarios a los capitales más concentrados de la economía mundial, y son los principales Estados del capitalismo mundial los que empujan esa estrategia favorable a la libre circulación de los capitales internacionales. No es solo comercio, sino principalmente inversiones y libre movimiento de ingreso y egreso de los capitales. No puede pensarse en término de beneficios para el país, sino para los capitales hegemónicos en el país, que son principalmente extranjeros.
La política exterior del gobierno Macri es favorable a la liberalización y por lo tanto promueve un acercamiento a ese programa y por ello la participación en Chile como país observador. El propósito es integrarse a la Alianza del Pacífico y al TPP, como forma de retomar la agenda liberalizadora que hace 10 años sustentaba el ALCA.
Se generan interrogantes sobre la posibilidad de atraer inversiones desde los países de la Alianza del Pacífico. Vale destacar que ese es el propósito y la imaginación de Macri y su gobierno. Todas las señales de Macri, desde diciembre 2015 en que asumió es abrir las puertas de la Argentina a los inversores externos. Por eso estuvo en el Foro Económico Mundial en Davos, y recientemente en Colombia, para un Foro Económico Mundial regional. Promovió la presencia en el país de gobernantes de los principales países capitalistas, entre ellos de Obama, Presidente de EEUU. En todos los foros ofreció facilidades para receptar inversores y la verdad, con escaso éxito hasta ahora.
La razón es principalmente la crisis mundial del capitalismo, que incluye al BREXIT, o sea, la salida británica de la Unión Europea, y el mazazo que ello supone para la globalización capitalista. No es una cuestión de derecha o de izquierda como algunos pregonan, ya que hubo apoyos para ambas posiciones desde proyectos antagónicos de izquierda o derecha. Como hemos sostenido, más allá de quien pueda acumular políticamente la decisión mayoritaria en Gran Bretaña, la realidad del sentido del voto supone un hartazgo a la subordinación a la institucionalidad gobernante por la liberalización y sus políticas de austeridad y ajuste.
No alcanza con ofrecer al país, sino que tiene que haber decisión de inversores globales para privilegiar el destino de sus inversiones. Además, Argentina está ofreciendo rentabilidad elevada en materia financiera y sigue siendo, entonces, un destino más para la especulación que para la inversión productiva.
Otra cuestión es el Mercosur. Argentina no quiere ingresar sola a la Alianza del Pacífico o al TPP, y hará todo lo posible por lograr que Brasil vaya en ese sentido, especialmente bajo la gestión de Temer. Salvo Venezuela, tanto Uruguay (desde la izquierda) como Paraguay (a la derecha) verían con agrado la incorporación a mecanismos que favorezcan la inserción de la región en esa agenda por el libre comercio. En definitiva es una cuestión política, y hay que pensar que el propio Mercosur venía negociando un TLC con Europa, ahora afectada por la salida británica, con lo cual, no debe pensarse en el Mercosur como una institucionalidad cerrada a la liberalización. De hecho surgió en 1991 para ese propósito de máxima del gran capital transnacional. La Argentina intentará ingresar a la lógica de los TLC y pretenderá incluir a toda la región en esa estrategia.
En rigor, no solo importa lo que haga el gobierno de Argentina y de los países del Mercosur, sino también que dicen los pueblos. No nos olvidemos que hacia el 2001 todo parecía que el ALCA estaría funcionando hacia el 2005 y la lucha de los pueblos lo impidió. Ahora también puede reiterarse la historia. No alcanza con la voluntad de los gobiernos, ya que también existe la organización y lucha de los pueblos, tal como reza la campaña popular: "Argentina mejor sin TLC".

1 de julio de 2016