Empleos y salarios en discusión ante la incertidumbre del futuro económico

Persisten los problemas del empleo y el salario en la Argentina en momentos en que se mantienen problemas estructurales de la economía local y mundial.
Difundió el INDEC[1] que la desocupación bajó del 9,3% de la población económicamente activa hace un año, al 8,7% actual para el segundo trimestre del 2017.
El tema es delicado en los centros de mayor concentración de población, como ocurre con Partidos el Gran Buenos Aires, donde el desempleo alcanza al 10,9% o al 10,8% para el Gran Rosario. El mayor desempleo se registra en Mar del Plata con el 11,9% y en general, para los aglomerados de más de 500.000 habitantes el dato alcanza al 9,5% de desempleo.
Las ciudades con mayor población son las que más sienten el problema. No es un dato menor cuando la mayoría de la sociedad solo accede a la satisfacción de sus necesidades vía ingresos derivados de la venta de su fuerza de trabajo.
Un dato estructural deviene de las relaciones monetario-mercantiles de la organización económica social contemporánea, que impone límites al acceso al dinero para el intercambio y la satisfacción de necesidades. El dinero resulta escaso para una franja de la población sin acceso regular al mercado de trabajo, lo que afecta a millones de personas.
Puede reconocerse que existe esa leve reducción en el desempleo, que el propio INDEC relativiza, medida de junio 2016 a junio del 2017, pero con un nivel de actividad menor en el presente año.
Si el nivel de actividad llegaba al 46% en 2016, bajó ahora al 45,4% y eso que el 2016 fue un año recesivo y el presente año manifiesta una recuperación de la economía.
Pese a la recuperación de la economía del presente contra la del año anterior, el porcentaje de actividad económica actual es levemente menor a la del año pasado, cayendo del 46% al 45,4%.
Esa situación es expresión del efecto “desaliento” generado en la población trabajadora y promueve la desesperanza, por lo cual se deja de buscar empleo y estadísticamente ya no se trata de desempleados, porque siendo personas en edad de trabajar que no buscan empleo, pasan a revestir como población inactiva y por ende ya no son población activa que busca emplearse.
Problemas estructurales
El crecimiento de la producción mundial es relativamente pobre y por ende la “solución” financiera empuja una economía de especulación, orientada en este tiempo histórico en colocaciones en el ámbito de los países del capitalismo desarrollado.
Igual, en el gobierno de Macri las expectativas están colocadas en los fondos que puedan provenir desde el exterior. Si se pude, en inversiones productivas y con una demanda amplia para infraestructura y especialmente en energía, pero también en materia de intercambio comercial asentado en los principales socios: Brasil y China.
La apuesta está en mantener la imagen internacional de un país amigable con el mundo de los negocios y para eso se aprovechará la sede de la 11° reunión ministerial de la OMC en diciembre en Buenos Aires y la coordinación del G20 para todo el 2018.
Vale decir, que el marketing de una imagen pro liberalización de la economía, estrategia gubernamental, no asegura la materialidad de las inversiones y mucho menos una proyección económica que atienda y resuelva las necesidades sociales insatisfechas.
Respecto de lo que acontece en el país preocupa la escasa propensión a la inversión del capital privado, más atento a los cambios que se anuncian en materia de reformas; laboral, previsional o fiscal, como forma de reducir costos de producción, que riegos propios de un orden capitalista “teórico”.
Es una lógica muy parecida a la tendencia mundial, agravada por una concepción monetarista de la política económica local, ya que una parte importante de los excedentes económicos tienen destino en la especulación ante el mantenimiento de elevadas tasas de interés.
Resulta emblemático en ese sentido el sostenimiento de altas tasas de interés para las colocaciones en títulos del BCRA: las LEBAC, cuya colocación en el mercado secundario llegan a rendir hasta un 30%, compitiendo con cualquier expectativa de renta derivada de la actividad productiva.
Marketing político para consensuar acciones económicas antipopulares
La defensa del Presupuesto 2018 realizada por el Ministro de Hacienda ante el Parlamento ratifica la ausencia de una política asentada en el empleo y los ingresos a la que podrían aspirar trabajadores y trabajadoras, para asentarse en la demanda empresaria de ajuste fiscal sostenido con ingresos de capitales para mayor deuda pública.
El consenso electoral es, curiosamente, la apuesta del gobierno para sustentar una política económica que augura éxito en tanto y en cuanto se satisfaga la ganancia empresaria, motivo final de cualquier inversor.
Todo se resuelve en la lógica de la ganancia y la acumulación de los inversores, vendido desde el marketing político como consenso importante en la sociedad, el suficiente para renovar hegemonía política para llegar a fin del mandato presidencial y disputar otro periodo de gestión entre 2019 y 2023. Muy lejos de cualquier aspiración por resolver problemas sociales.
Buenos Aires, 16 de septiembre de 2017



[1]INDEC. Informes Técnicos vol. 1 nº 166. Trabajo e ingresos vol. 1 nº 6. Mercado de trabajo, principales indicadores (EPH). Segundo trimestre de 2017. En: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/EPH_cont_2trim17.pdf (consultado el 16/09/2017)

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